¿De qué manera afecta a nuestro cerebro la constante exposición a contenido basura en las redes sociales? La respuesta es clara: lo deteriora. Este fenómeno es lo que el diccionario de Oxford ha denominado "podredumbre cerebral", definido como el "deterioro del estado mental o intelectual de una persona debido al consumo excesivo de material (especialmente en línea) considerado trivial o poco desafiante".
Pienso en esa avalancha de mensajes que apelan al sensacionalismo, las teorías conspirativas y carecen de argumentos sólidos o evidencias científicas. Su único objetivo es captar nuestra atención por un instante o provocar reacciones emocionales intensas, incluso violentas. Este término, "podredumbre cerebral", fue elegido como palabra del año por el mismo diccionario, tras un incremento del 230% en su uso entre 2023 y 2024, alcanzando 37 mil votos para tal reconocimiento. Estudios recientes señalan que este deterioro se manifiesta en una reducción de la materia gris, menor capacidad de atención, debilitamiento de la memoria y alteraciones en los procesos cognitivos.
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¿Qué podemos hacer ante este panorama? El primer paso es reconocer si estamos atrapados en este tipo de contenido y cuánto tiempo le dedicamos. Es fundamental establecer límites y adoptar una disciplina que nos permita tomar distancia. Así cómo:
1. Reconectar con lo esencial. Cuando dejamos de cuestionarnos sobre el propósito de nuestra vida y lo que realmente importa, nuestra mente se llena de ruido, superficialidades y autoengaños. Es como ingerir alimentos que no nutren: terminan contaminándonos desde adentro. Esto nos lleva a vivir en un estado de prisa, miedo y comparación, alejándonos de valores como la esperanza, el amor y la autenticidad.
2. Cuidar la higiene mental. Así como el cuerpo necesita cuidados para mantenerse sano, la mente requiere prácticas de limpieza. La podredumbre mental se arraiga cuando acumulamos resentimientos, prejuicios y pensamientos tóxicos que no procesamos ni sanamos. Reflexionar, meditar o simplemente aprender a soltar son ejercicios indispensables para evitar que lo negativo eche raíces profundas en nosotros.
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3. Reprogramar nuestra percepción. Este deterioro no solo afecta cómo pensamos, sino también cómo sentimos, decidimos y actuamos. Es como una grieta en el lente a través del cual observamos la vida: distorsiona nuestra percepción y nos impide reconocer el valor de los momentos, las personas y las oportunidades. Por ello, es crucial estar atentos, transformar nuestra mentalidad y crear un entorno interno donde las ideas, las relaciones y los proyectos puedan florecer.
La invitación está servida: cuidemos nuestra mente para que sea un espacio fértil y enriquecedor.