Leí este jueves dos noticias que juntaban realidades fundamentales en el mundo actual: la crianza y la tecnología.
Por un lado, en el diario El Tiempo se contaba la historia de una joven mamá que busca a su hijo de 16 años, el cual se escapó de la casa; ella decía: “No es la primera vez que Juan David se escapa de la casa. Eso comenzó a pasar después de que a él le fue bien en el colegio y yo decidí regalarle un celular. Ahora sé que eso fue un gran error”.
Por otro lado, leía la noticia de que el gigante tecnológico Tencent, desarrolló un nuevo sistema cuyo objetivo es contribuir a que los niños y las niñas tengan mejores hábitos de sueño.
La nota de Infobae decía: “La compañía ya había establecido anteriormente un horario límite para los niños y las niñas, que les impide jugar más de 90 minutos entre las 10 de la noche y las 8 de la mañana, excepto determinados días como los feriados. Estas medidas ya se aplican a todas las cuentas de jugadores que son menores de edad”.
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Definitivamente quien quiera ser un buen padre de familia hoy, tiene que entender que la tecnología es una fuerte influencia que no puede prohibirse totalmente; eso implicaría apartar al hijo o la hija de las dinámicas de la sociedad actual y pondría en riesgo su integración y desarrollo, pero tampoco puede permitirse que se use de manera indiscriminada y deben establecerse los límites necesarios para que los niños puedan entender que se trata de una herramienta para usar y no para dejarse manejar por ella.
No tengo hijos, pero en todo lo que leo de crianza, siempre encuentro que se requieren por lo menos cuatro claves en ese proceso de acompañamiento hacia la progresiva autonomía de los pequeños:
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1. Pasar tiempo con ellos. En cantidad y calidad. Ellos deben estar seguros que son importantes para sus padres.
2. Poner límites y reglas de disciplina que les aseguren interiorizar el valor de las normas y garanticen una fluida vida en comunidad.
3. Recordar que los padres son los primeros maestros de los hijos, y que estos aprenden viendo la manera en la que los papás reaccionan, resuelven conflictos y se relacionan con los demás.
4. Ir reconociendo las etapas que van viviendo de su desarrollo evolutivo, y acompañarlos de manera inteligente y respetuosa.
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Criar implica un acto continuo de amor.
Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:
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