Durante muchos años asistí a diversos eventos en los pueblos de la Costa Atlántica Colombiana. Como líder espiritual , solía ser invitado a conferencias y a presidir fiestas patronales. Estas ocasiones siempre representaban una oportunidad para conectarme con la alegría que se desborda en los carnavales, corralejas y demás expresiones del folclore caribeño. Sin embargo, esta vez la invitación a Santo Tomás, Atlántico, fue diferente: una celebración maravillosa, la fiesta de los libros.
He visitado este encantador pueblo en varias ocasiones y he tejido allí valiosas amistades. Por ello, acepté gustoso el llamado para encontrarme con los lectores de mis textos. La experiencia fue verdaderamente enriquecedora, no solo porque el recinto se llenó de asistentes, sino porque muchos jóvenes se mostraron atentos y receptivos a mi propuesta sobre la espiritualidad como fuente de bienestar integral.
Las preguntas del público me llevaron a desarrollar tres ideas fundamentales sobre la experiencia espiritual:
- La espiritualidad como dimensión humana más allá de la religión: no debe quedar atrapada en corsés religiosos, sino trascender hacia la búsqueda de sentido en la cotidianidad. Es necesario ofrecer experiencias espirituales accesibles, que llenen de significado las decisiones y acciones diarias.
- La espiritualidad como fuente de comunión: no se trata de uniformar pensamientos ni sentimientos, sino de provocar el respeto a la dignidad humana. Las palabras no deben ser flechas que hieren o destruyen, sino puentes que unen. Quien utiliza sus palabras para infligir dolor a aquellos que considera los “malos” o los “enemigos” claramente no ha comprendido la esencia de la espiritualidad.
- La espiritualidad como cuidado de la vida: la vida es el centro. Solo podremos estar en paz si permitimos que la vida fluya en todas sus manifestaciones.
Tuve la oportunidad de confirmar lo que decía la alcaldesa Paula Hun Badillo: “Santo Tomás es un verdadero epicentro cultural, un lugar que respira arte, danza, música, tradición y, por supuesto, literatura. Esta Feria del Libro se ha convertido en una ventana para mostrar al mundo el valioso patrimonio creativo y artístico de nuestro municipio”.
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El regreso fue igualmente especial. No solo porque me sentí satisfecho por el deber cumplido, sino porque a mi derecha el río Magdalena, iluminado por una luna inmensa, parecía retratar lo sublime que tanto buscamos en la espiritualidad.
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