Estoy releyendo el libro “Focus” de Daniel Goleman, publicado en 2013, y que desde entonces señalaba cómo la gran cantidad de información ocasionaría escasez de atención, que de alguna forma es lo que vivimos hoy; sabiendo que la falta de enfoque es una de las diferencias entre los que triunfan y los que fracasan. Los exitosos siempre saben a qué van y su atención está ubicada en función de las metas que buscan alcanzar.
Lo interesante es que Goleman cree quela atención funciona igual a un músculo: si no la usamos, se atrofia; si la ejercitamos, se desarrolla y fortalece. Por eso la invitación sería a tratar de lograr un proceso de atención selectiva que nos ayude a concentrarnos en lo que queremos, más allá de las distracciones sensoriales y emocionales que nos provoca el entorno.
Por eso vivo buscando acciones que me ayuden a estar más atento, yo que me desconcentro con el sonido de las alas de una mariposa que pasa. Ahí fue donde me llamó mucho la atención que Bill Gates, uno de los líderes tecnológicos más influyentes por estos días en la sociedad, proponía su método de concentración, ya que creía que la falta de atención se incrementa en la medida que pasa el tiempo.
Su método empieza con tomar el control de las fuentes de distracción, y estas sobre todo hoy pasan por la tecnología, las redes sociales y un sin numero de distractores que hay que aprender a dejar en un segundo plano. Algo que ayuda mucho es trabajar en un espacio ordenado, en el que no esté aquello que no aporta.
El segundo paso es tener un horario que permita avanzar, con la claridad de que en él debe haber tiempo también para el descanso. No todo puede ser trabajo profundo; el trabajo superficial es importante también. Después de tres o cuatro horas del primero, se puede pensar en el segundo.
Me encantó que alguien como él pusiera este tema sobre la mesa, porque creo que los jóvenes hoy, y nosotros mismos, estamos cada vez más distraídos de lo fundamental de los proyectos.
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