Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos durante los próximos años, estarán marcadas por sobresaltos permanentes como el ocurrido este fin de semana entre el presidente Gustavo Petro
y la secretaria de Seguridad Interior, Kristi Noem. Esos sobresaltos deben ser manejados con prudencia, con el fin de evitar una posible crisis diplomática profunda.
El desencuentro producido por el cruce de versiones sobre la reunión entre Petro y Noem, deja entrever diferencias profundas en temas que son sensibles para los dos países: el manejo de la crisis migratoria, la posición de Estados Unidos frente al régimen de Nicolás Maduro
y el tema del narcotráfico y las bandas transnacionales dedicadas al multicrimen como el Tren de Aragua.
Sobre el primer tema, según cifras oficiales, hasta el pasado 14 de marzo se habían realizado 13 vuelos de retorno de colombianos desde Estados Unidos, que trajeron a 1.359 connacionales, de los cuales el 20 % necesitó acompañamiento institucional. El Presidente Petro insiste en la retórica de no recibir migrantes esposados, mientras que el gobierno de Donald Trump no tiene como prioridad, el respeto a los derechos de esa población.
Pero donde puede haber mayores líos es en el enfoque que plantea el presidente Petro frente a peligrosas bandas como el Tren de Aragua, cuyo crecimiento en Colombia atribuye al bloqueo económico estadounidense a Venezuela y no al Estado criminal que Nicolás Maduro y el chavismo instauraron en el vecino país, sumado a la erosión de libertades democráticas para los ciudadanos venezolanos.
Para Colombia, la “almendra” del futuro de las relaciones con Estados Unidos y el reto inmediato está en tratar de hacer entender en Washington a la administración de Donald Trump, el enfoque antidrogas del gobierno Petro, que insiste en la legalización de las drogas suaves, en no perseguir al pequeño cultivador de hoja de coca y en potenciar la interdicción de cargamentos de cocaína y la incautación de precursores químicos para su preparación.
Para el Gobierno de Estados Unidos, resulta un fracaso el hecho de que esa política antidrogas del Ejecutivo colombiano haya contribuido a que hoy tengamos cifras históricamente altas en el número de hectáreas de cultivos de hoja de coca, sumado a que se disparó no solamente la producción de cocaína sino que se incrementó drásticamente la productividad por hectárea de hoja de coca sembrada en los territorios. Ante ese panorama, varios analistas consideran inminente que en septiembre de este año, el gobierno Trump descertifique a Colombia en la lucha antidrogas.
En el futuro inmediato, Colombia tendrá que ponerse de acuerdo sobre la respuesta que le dará a la imposición de aranceles del 10% a todos los productos que quieran ingresar al mercado estadounidense. Por ahora no hay una posición clara entre Minhacienda, Cancillería y Mincomercio. Hoy a las 3 de la tarde habrá una reunión clave en el Palacio de San Carlos entre la Canciller Laura Sarabia y los dirigentes gremiales para hablar sobre ese particular.