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Como sociedad debemos ser capaces de repensar la educación que estamos brindando

Me gusta trabajar desde la educación experiencial, un enfoque pedagógico que pone al ser humano en el centro del proceso de aprendizaje, buscando generar la adquisición de conocimientos y habilidades

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

En mi ejercicio como docente en la Universidad de la Costa, me cuestiono constantemente: ¿Cuál es la educación que mejor le conviene a nuestra sociedad? ¿Qué modelos pedagógicos responden a las realidades personales y sociales de los estudiantes? Siempre trato de propiciar y fomentar no solo la adquisición de conocimientos, sino también el desarrollo de habilidades socioemocionales que permitan a los estudiantes un desarrollo personal integral, que al fin y al cabo, es lo más importante.

En este contexto, me gusta trabajar desde la educación experiencial, un enfoque pedagógico que pone al ser humano en el centro del proceso de aprendizaje, buscando generar la adquisición de conocimientos y habilidades a través de experiencias directas y significativas. Por ello, me encanta crear simulaciones de la vida real que luego puedan ser reflexionadas para extraer los aprendizajes pertinentes. Es un esfuerzo por lograr que los estudiantes aprendan haciendo, explorando y experimentando.

Los teóricos de este enfoque insisten en que debe seguir el siguiente ciclo:

1. Experiencia concreta: El estudiante se involucra en una actividad o situación real.

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2. Observación reflexiva: El estudiante reflexiona sobre lo vivido, analizando sus sentimientos, pensamientos y acciones.

3. Conceptualización abstracta: El estudiante relaciona su experiencia con conceptos teóricos y conocimientos previos.

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4. Experimentación activa: El estudiante aplica lo aprendido a nuevas situaciones, poniendo en práctica sus conocimientos y habilidades.

Estoy convencido de que esta es la forma en que se forma mejor para la vida y se desarrollan esas habilidades éticas y axiológicas necesarias para una sana y justa convivencia. La corrupción, la violencia como método de resolución de conflictos y el fanatismo reinante deben llevarnos a cuestionar cómo estamos educando. Es muy probable que lo que llamamos educación de calidad se esté centrando únicamente en la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades cognitivas, sin involucrar otras dimensiones igualmente importantes en la vida.

Como sociedad debemos ser capaces de repensar la educación que estamos brindando, evaluando si realmente prepara a los estudiantes para la vida y su dinámica cambiante, es decir, si estamos educando para la incertidumbre.

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