Todos estamos conscientes de la revolución que puede ocasionar en muchos ámbitos de la vida la inteligencia artificial, y en concreto ChatGPT y Bard, herramientas de lenguaje capaces de construir textos con la coherencia, el sentido y la estructura a partir de pocas palabras entregadas por las personas que las manejan. Los textos son de tan buena calidad, que simulan muy bien la participación de un ser humano.
Algunos creen que se trata de una amenaza y otros de una gran oportunidad. Tal vez donde más ha generado preguntas es en la educación, porque algunos estudiantes pueden usarlas y falsear los textos que producen. A este respecto la Unesco cree que el vínculo entre la IA y la educación consiste en tres ámbitos:
1. Aprender con ella, es decir, invitarla al aula para hacer el proceso de aprendizaje y enseñanza más efectivo, para que los estudiantes desarrollen las habilidades que el mundo de la tecnología exige ; teniendo claro que se deben trabajar las habilidades éticas que propicien comportamientos que contribuyan al desarrollo integral y no simplemente desplacen el trabajo humano. Sin duda su participación hará más atractivo y efectivo el aprendizaje.
2. Conocer sus maneras de desarrollarse, las lógicas que se emplean, sus límites y sus posibilidades. No se puede usar lo que no se entiende, luego, este debe ser un tema propio de los procesos educativos de hoy.
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3. Prepararse para ella. No puede ser una herramienta para unos pocos, sino que se debe propiciar que todos los ciudadanos comprendan la repercusión potencial de la IA en la vida humana. De todas formas, tenemos que seguir cuestionándonos qué es eso que nos hace humanos y que no puede ser remplazado por ningún programa, porque es allí donde más énfasis hay que hacer en la educación para generar los contextos de realización que se requieren.
No podemos tener miedo de que mucho de lo que considerábamos esencial y particularmente humano, ya no lo sea tanto porque lo pueden hacer mejor las máquinas. El rol del humano en la sociedad no está en riesgo si somos capaces de pensarnos, entendernos tanto individual como socialmente.
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Escuche la opinión de Alberto Linero: