Como era previsible, no se logró superar la crisis en la Coalición Centro Esperanza y tras una serie de reuniones, advertencias y ultimátums, Íngrid Betancourt decidió abandonar el grupo y llevarse consigo la personería del partido Verde Oxígeno, poniendo en aprietos incluso a la cabeza de lista al Senado de toda la coalición, el exministro Humberto De La Calle.
Lo ocurrido el fin de semanafue crónica de una ruptura anunciad a, porque aunque hubo una declaración de principios de los precandidatos criticando sin mencionar directamente la llegada de políticos tradicionales como Germán Varón y Miguel Angel Pinto a las toldas de Alejandro Gaviria, el reclamo no alcanzó la categoría de veto que pretendía Ingrid Betancourt, quien proponía la expulsión de los recién llegados, algo en lo que Gaviria dijo que no estaba dispuesto a ceder.
Al final de la controversia, la coalición queda muy herida ante la opinión pública, no solo porque quedó demostrado que se trata de una alianza por conveniencia en la que hay diferencias irreconciliables entre algunos de los sectores que la conforman, sino también porque aunque es trascendental dejar claros los parámetros para recibir apoyos de partidos o de personas ajenas a la coalición, el sistema de vetos basado en doctrinas maniqueístas, hace que su futuro parezca encaminado al fracaso.
La otra polémica del fin de semana corrió por cuenta del expresidente Álvaro Uribe, quien decidió ir a hacer proselitismo político a Soacha, en donde se refirió a uno de los peores escándalos de su gobierno, como fue el de los “falsos positivos”.
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Por eso, mientras Uribe dijo que al llegar a Soacha “se le revive el dolor por los falsos positivos”, las madres de los jóvenes asesinados mediante engaños por militares en el apogeo de la Seguridad Democrática calificaron su actitud de cínica, cruel, enfermiza y peligrosa.
Escuche el análisis de Ricardo Ospina en Mañanas BLU:
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