La noticia de la acusación de violencia de género de Fabiola Yáñez contra el expresidente argentino Alberto Fernández me ha impactado profundamente.
Las fotos publicadas, mostrando moretones en un ojo y en el brazo, junto con algunos mensajes de WhatsApp, son estremecedoras. Este no es el comportamiento que se espera de ningún ser humano, y menos de un líder de esa magnitud.
La situación me llevó a revisar las estadísticas en Colombia: hasta el 8 de junio de 2024, se han reportado al SIVIGILA del INS 66.621 casos de violencia de género. De estos, el 75,6% se han presentado en mujeres (50.374 casos) y el 24,4% en hombres (16.247 casos). Además, hay un alarmante registro de 8.203 casos (12,3%) en menores de 0 a 4 años. De los casos registrados, 31.766 fueron catalogados como violencia física.
Estamos frente a una situación que exige atención urgente, que no se puede normalizar y que requiere de programas culturales y educativos concretos. Este es un problema complejo con múltiples causas interrelacionadas, arraigadas en factores sociales, culturales, económicos y psicológicos.
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En mi ejercicio pastoral, he constatado la persistencia de roles de género estereotipados, donde se asigna a los hombres el poder y el dominio, y a las mujeres un papel subordinado, lo que contribuye a justificar la violencia como una forma de ejercer control.
Además, la cultura machista, que exalta una masculinidad dominante y violenta, normaliza el uso de la fuerza para resolver conflictos y menosprecia a las mujeres. Lo que más me escandaliza es que la violencia de género a menudo se minimiza o justifica en la sociedad, lo que dificulta que las víctimas denuncien y busquen ayuda.
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En conversaciones, he escuchado creencias irracionales como que las mujeres "provocan" la violencia o que los hombres no pueden controlar sus impulsos agresivos, mitos que perpetúan el ciclo de violencia. Estos retos son desafíos que debemos enfrentar en la vida diaria.
Siempre recuerdo a una amiga que me dice: "He criado a mi hija para que sea autónoma y no dependa en ningún sentido de su pareja, porque esa es una de las causas más comunes de la violencia de género".