La escritora antioqueña Piedad Bonnet dejará este jueves en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, en España, su legado, compuesto por cartas y recuerdos preciados de su fallecido hijo.“De lo que más me costó desprenderme fue de las cartas de los escritores. Eso es triste, porque son escritores casi todos que están muertos ya, así como de mi libreta, porque pienso que por ejemplo mis nietas podrían haberse quedado. Es la libreta más compleja, la que tengo más llena de cosas, donde se puede desentrañar todo mi proceso de escritura. Toda está a mano”, contó.Bonnet contó que en el caso de algunas pertenencias de su hijo, concretamente dibujos, legará copias y que los originales están pendientes de publicación.“Yo traigo las copias de esos dibujos porque esos dibujos me los van a publicar próximamente. De manera que yo tengo los originales. No es un desprendimiento, digamos tan duro, es simplemente algo que queda como muy íntimo, muy propio y que se relaciona con mi libro Lo que no tiene nombre”, relató.Le puede interesar:
“Yo soy antioqueña por allá en el fondo, viví hasta los 7 años, pero luego me trasladé a Bogotá con toda la familia, perdí el acento rapidísimo y durante muchísimos años no volví a Medellín", dijo. Bonnett ha tenido varios reconocimientos en el país como el premio nacional de poesía, el de casa de América de poesía americana y el de poetas del mundo latino. La escritora se refirió al difícil momento que tuvo que atravesar cuando su hijo, Daniel Bonnett, se quitó la vida en 2011. “Daniel era el niño más juicioso del mundo y muy consentido (…). Era un muchacho introvertido pero sociable, amable, super cuidadoso de sí mismo”, relató. “Entra a la universidad y el primer año es un niño totalmente normal. De repente vemos como un desasosiego, le da un acné brutal y nos pegamos al Roacutan (fármaco usado mayoritariamente para el acné severo); a los dos meses Daniel entra en un estado depresivo y ansioso, se encierra en el cuarto con las persianas cerradas, no vuelve a oír música, se va desprendiendo de los amigos”, agregó. Debido a estos inconvenientes Daniel decide retirarse de la universidad y su madre lo envía a Estados Unidos con sus hermanas. “Cuando está allá mi hija lo nota muy extraño, con ataques de llanto, sale a caminar mucho, no duerme y cuando me dijo eso yo me aterrorizo y digo que lo regresen. Cuando lo veo llegar, lo veo convertido en otra persona”, contó. Posteriormente lo remitieron a un siquiatra donde le diagnosticaron que tenía esquizofrenia. “Casi me muero porque me llenaba de terror esa palabra. Yo tenía que hacer todo lo que estuviera mi alcance para que lo pudiéremos conjurar (…). Creo que ese momento fue peor que cuando me dijeron que se había muerto”, dijo. Escuche la entrevista completa en el audio adjunto.