Con la ayuda de varios abogados logró la anulación del matrimonio, argumentando que su esposa era insoportable y que por lo tanto debía proteger sus bienes sacándola del testamento. La pareja continuó conviviendo y pero solo 22 años después se descubrió la mentira: ella recibió un documento de la oficina de impuesto y notó que su nombre no figuraba, por lo que demandó y le reclamó el 50 por ciento de un apartamento que cuesta un millón de dólares.