Dos proyectos vitales para la recuperación medioambiental de Barranquilla, el ecoparque de la ciénaga de Mallorquín y la recuperación del caño de la Auyama, recibieron el respaldo financiero de la Nación. Se trata de la inyección de 205.000 millones de pesos para garantizar su ejecución y permite avanzar en el proceso de convertirse en la primera 'biodiverciudad' de Colombia.La Nación, por intermedio del Fondo Regional para los Pactos Territoriales, aseguró los recursos a través del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes), que destinó $99.999.000.000 para la totalidad del proyecto de recuperación del caño de la Auyama, y $105.000.000.000 para el Ecoparque Distrito Familiar, el primer paso para poner en marcha la recuperación integral de la ciénaga de Mallorquín."Les permitirán a las futuras generaciones vivir en un ambiente saludable, al tiempo que nos preparamos para ser el eje ecoturístico del Caribe”, añadió. La limpieza de los caños es un componente medioambiental fundamental para el desarrollo de la ciudad. Con la intervención en el caño de la Auyama se busca mitigar los riesgos de inundación en los barrios ubicados a lo largo de este cuerpo de agua y su área de influencia. Así como aumentar la capacidad hidráulica para mejorar el flujo, creando un sistema de vasos comunicantes que permitan su navegabilidad, conservación y mantenimiento ambiental. Con este proyecto se prevé beneficiar a 47.046 barranquilleros.A su turno, el Ecoparque de la ciénaga de Mallorquín abrirá el camino para hacer realidad este macroproyecto, uno de los proyectos clave de la Administración distrital. Con esta obra se podrá disfrutar de espacios naturales con parques, senderos e infraestructura que permita el uso sostenible por parte de la población de la zona intervenida y que fortalezca el ecoturismo en la ciudad.Esta solución se compone de espacios para actividades recreativas, entre los cuales están: graderías, muelles para actividades náuticas, espacios de comidas, senderos peatonales, ciclorrutas y estacionamiento.La recuperación integral de la ciénaga de Mallorquín impactará en la población potencializando la vocación turística del sector y el sentido de pertenencia hacia la ciénaga y el mar. Para ello, se estima que influirá de manera directa en el barrio Las Flores a 7.900 habitantes, y en el corregimiento La Playa a 12.648 habitantes.
El descubrimiento, develado en una conferencia de prensa en Washington, corona esfuerzos de décadas y confirma una predicción efectuada por Albert Einstein en su teoría general de la relatividad de 1915. (Lea la investigación completa en este enlace) "Detectamos las ondas gravitacionales, lo logramos", dijo entre aplausos David Reitze, físico de Caltech (California Institute of Technology) y director del laboratorio Ligo (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory). Las ondas fueron detectadas en septiembre tras 50 años de esfuerzos, gracias a los instrumentos del Ligo, que miden cada uno cuatro kilómetros. (Lea también: Noveno planeta daría pistas sobre el origen de nuestro sistema solar) "Esta detección es el comienzo de una nueva era; la era de la astronomía de las ondas gravitacionales ya es una realidad", dijo de su lado Gabriela González, portavoz del equipo Ligo y profesora de astrofísica en la universidad estatal de Luisiana (sur). "Gracias a este descubrimiento, la humanidad se embarca en la maravillosa exploración de los lugares más extremos del Universo, donde se forman objetos y fenómenos por la deformación del espacio-tiempo", añadió Kip Thorne, profesor de física teórica en Caltech. (Lea también: Tres aspectos para saber qué son las ondas gravitacionales que predijo Einstein) France Cordova, directora de la Fundación Nacional Estadounidense de Ciencias (National Science Foundation), que financia el laboratorio Ligo, explicó que esta observación "marca el nacimiento de un dominio enteramente nuevo de la astrofísica, comparable al momento en que Galileo apuntó por primera vez su telescopio hacia el cielo" en el siglo XVII. El hallazgo fue realizado en colaboración con equipos científicos europeos, particularmente de Francia, Italia y Alemania. Las ondas gravitacionales son producidas por perturbaciones en la trama del espacio-tiempo por los efectos del desplazamiento de un objeto de enorme masa. Estas perturbaciones se desplazan a la velocidad de la luz en la forma de ondas y nada las detiene. Este fenómeno, suele ser representado como la deformación que ocurre cuando un peso reposa sobre una red. En este caso, la red representa el entramado espacio-tiempo. El físico Benoît Mours, del CNRS, consideró que el descubrimiento era "histórico" porque permite "verificar de forma directa una de las predicciones de la teoría general de la relatividad". Por este descubrimiento, los físicos han determinado que las ondas gravitacionales detectadas en septiembre nacieron en la última fracción de segundo antes de la fusión de dos agujeros negros, objetos celestes aún misteriosos que resultan del colapso gravitacional de enormes estrellas. La posibilidad de una colisión entre estos cuerpos había sido predicha por Einstein, pero el fenómeno jamás había sido observado. De acuerdo con la teoría general de la relatividad, un par de agujeros negros en que cada uno orbita en torno al otro pierde energía, produciendo las ondas gravitacionales. Son estas ondas las que fueron detectadas el 14 de septiembre del año pasado, exactamente a las 16H51 GMT. Fue un momento increíble, contó David Reitze: "No lo podía creer. Era demasiado bueno para ser cierto". El análisis de los datos permitió determinar que esos dos agujeros negros se fusionaron hace unos 1.300 millones de años. Cada uno de ellos era entre 29 y 36 veces más masivos que el Sol, con un diámetro de sólo 150 Km. La comparación de los momentos de llegada de las ondas gravitacionales a los dos detectores Ligo (7,1 milisegundos de diferencia) distantes 3.000 Km uno del otro, y el estudio de las características de las señales medidas, confirmaron la detección. Los científicos apuntan que la fuente de las ondas estuvo probablemente en el hemisferio sur del cielo, pero un mayor número de detectores habría permitido establecer una localización más precisa. "Las primeras aplicaciones que vemos ahora son para los agujeros negros, porque no emiten luz y no los podríamos ver sin las ondas gravitacionales", dijo el astrofísico David Shoemaker, responsable de Ligo en el Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT), añadiendo que por el momento se ignora cómo crecen estos objetos, que se hallan en el centro de casi todas las galaxias. Por ello, "las ondas gravitacionales pueden ayudar a explicar la formación de las galaxias", dijo Shoemaker. "La gravedad es la fuerza que controla el Universo y el hecho de poder ver sus radiaciones nos permite observar los fenómenos más violentos y fundamentales del cosmos, que de otra forma son imposibles de observar", dijo a la AFP Tuck Stebbins, jefe del laboratorio de astrofísica gravitacional del centro Goddard de la Nasa. El hecho de poder detectar estas ondas que viajan sin perturbación por millones de años torna posible remontarse al primer milisegundo del llamado Big Bang. El descubrimiento suscitó gran emoción en la comunidad científica mundial. El profesor de física Tom McLeish, de la Royal Society de Londres y de la Universidad de Durham, declaró que esta noticia lo llena de alegría. "El último anuncio de una importancia similar se remonta a 1888, cuando Heinrich Hertz detectó las ondas de radio predichas por James Clerk Maxwell en las ecuaciones sobre electromagnetismo en 1865", escribió. Una prueba indirecta de la existencia de las ondas gravitacionales había sido producida por el descubrimiento, en 1974, de un púlsar y de una estrella de neutrones que rotaban una en torno de la otra a alta velocidad. Russell Hulse y Joseph Taylor ganaron el premio Nobel de Física de 1993 por este hallazgo. El descubrimiento de las ondas gravitacionales es publicado en la revista estadounidense Physical Review Letters.
1- ¿Qué es una onda gravitacional? Una onda gravitacional es una ondulación ínfima del espacio-tiempo que se propaga en el Universo a la velocidad de la luz. Estas ondas fueron presentadas conceptualmente hace 100 años por Albert Einstein, el célebre físico, como una consecuencia de su teoría de la relatividad general. Einstein describe la gravedad como una deformación del espacio. Las masas, como el Sol por ejemplo, curvan el espacio. Un poco como cuando alguien se sube en una cama elástica. Si las masas son pequeñas, la deformación es débil (una uva en una cama elástica no la altera). Si las masas son grandes, la deformación es importante (una persona sobre una cama, deforma la tela elástica). Si las masas se desplazan y tienen una aceleración, esas deformaciones se desplazan y se propagan a través del espacio, formando ondas gravitacionales (Lea también: Científicos afirman haber creado el mapa más preciso del universo conocido). Para ilustrar esas oscilaciones, se emplea a menudo la imagen de las ondas que se propagan en la superficie de un lago cuando se arroja una piedra. Cuanto más lejos, la onda se va debilitando. Las ondas gravitacionales que estamos buscando son las producidas por fenómenos astrofísicos violentos como la fusión de dos agujeros negros o la explosión de estrellas masivas. Las otras son muy minúsculas como para que podamos observarlas. Pero nos rodean sin que seamos conscientes de ello y sin consecuencias para nosotros. 2-¿Por qué entonces es importante conseguir detectar de manera directa estas ondas gravitacionales? Detectarlas confirmaría la teoría de la relatividad general de Einstein. Sería un día histórico para recordar por los físicos. Y sus principales descubridores pueden aspirar a un premio Nobel. Más concretamente, esto abriría el camino de una nueva astronomía, "la astronomía gravitacional" (Lea también: Todo lo que debe saber del hallazgo del noveno planeta en el Sistema Solar). Además de los diversos medios electromagnéticos que permiten observar el cosmos actualmente, los astrofísicos dispondrían de una nueva herramienta para observar los fenómenos violentos en el Universo. La detección de esas ondas gravitacionales permitiría ver lo que pasa "en el interior" durante la fusión de dos agujeros negros, por ejemplo. Para nosotros, ese descubrimiento sobre las ondas gravitacionales no cambiará nuestras vidas de un día al otro. Pero los avances tecnológicos realizados para poner a punto los detectores de ondas podrían reflejarse en nuestra vida diaria. 3-¿Cómo está organizada la detección de las ondas gravitacionales? Albert Einstein era consciente de que sería muy difícil observar las ondas gravitacionales. Durante unos 50 años no ocurrió nada particular. Pero luego, en los años 1950, el físico estadounidense Joseph Weber se puso como objetivo encontrarlas y construyó los primeros detectores. (Lea también: Histórico: detectan las ondas gravitacionales auguradas en la teoría de Einstein). Pero entre tanto, se pusieron en evidencia pruebas indirectas de la existencia de las ondas gravitacionales. En 1974, la observación de un púlsar --una estrella de neutrones que emite una radiación electromagnética intensa en una dirección dada, como un faro--, en órbita alrededor de otro astro, permitió deducir que esas ondas existían (Lea también: Científicos descubren el mayor sistema solar del universo conocido). Russell Hulse y Joseph Taylor recibieron el premio Nobel de Física en 1993 por el descubrimiento de ese púlsar. En los años 1990, Estados Unidos decidió construir el LIGO (por las siglas en inglés de Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales), un observatorio ambicioso compuesto por dos instrumentos gigantes, que utilizan como fuente luminosa un láser infrarrojo. Uno de ellos está en Louisiana y el otro en el estado de Washington. Francia e Italia hicieron lo mismo, con el Virgo, cerca de la ciudad de Pisa. En 2007, LIGO y Virgo decidieron trabajar juntos, intercambiando datos en tiempo real y analizando los resultados conjuntamente. En los últimos años los instrumentos del LIGO fueron sometidos a importantes modificaciones que lo mantuvieron inactivo. El detector "avanzado" LIGO volvió a funcionar en septiembre de 2015. Y es en esa dirección a la que apuntan ahora todas las miradas (Lea también: Noveno planeta daría pistas sobre el origen de nuestro sistema solar). Virgo también fue sometido a ese mismo tipo de transformaciones pero todavía no ha vuelto a entrar en servicio y está programado que vuelva a funcionar en el otoño boreal.
La observación de estas ondas, cuya existencia Albert Einstein predijo en su teoría de la relatividad en 1915, será tema de una presentación el jueves en Washington, según un comunicado de la Fundación Nacional de las Ciencias (NSF) de Estados Unidos. (Lea también: Noveno planeta daría pistas sobre el origen de nuestro sistema solar) Científicos del Instituto de Tecnología de California (Caltech), el MIT y el LIGO (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory), que trabajan desde hace 15 años en la detección de estas ondas, participarán en la rueda de prensa. Simultáneamente, tendrán lugar conferencias de prensa en el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) en París y en Londres. El anuncio de esta presentación el jueves alimenta los rumores que circulan desde hace varias semanas en la comunidad científica, según los cuales los equipos del LIGO lograron detectar estas ondas por primera vez. (Lea también: ¿Estamos solos en el Universo? Conozca la teoría de la extinción extraterrestre) Las ondas gravitacionales son producidas por ligeras perturbaciones en el tejido del espacio-tiempo debido al efecto del desplazamiento de un objeto de gran masa, como agujeros negros o estrellas de neutrones. Esta teoría propuesta por Einstein se puede comparar a las ondas que se forman en el agua cuando se lanza una piedra, o bien a la deformación de una red en la que uno posa un pie. En esta imagen, la red sería el espacio-tiempo. Según estos rumores, fue gracias a la observación de la colisión y fusión de dos agujeros negros que se hizo tal descubrimiento. La versión en línea de la revista científica estadounidense Science citó a Clifford Burgess (un físico de la Universidad McMaster en Hamilton, Canadá, y también miembro del Instituto Perimeter de Física Teórica), según quien el rumor es verosímil aunque no ha tenido acceso a los documentos de LIGO. La posibilidad de observar las ondas gravitacionales, que son muy tenues a una escala microscópica, abriría una nueva ventana hacia fenómenos astronómicos que aún son un misterio: el colapso gravitacional de estrellas masivas, la fusión de dos estrellas de neutrones y fenómenos asociados a los agujeros negros, que a menudo se hallan en el centro de las galaxias. "La gravedad es la principal fuerza del Universo y sus efectos sobre el espacio-tiempo produce ondas gravitacionales que se propagan por todo el cosmos", explicó a la AFP Tuck Stebbins, jefe del laboratorio de Astrofísica Gravitacional de la NASA. "Si se pueden detectar estas ondas, entonces sería posible remontarnos al primer milisegundo del Big Bang", estimó Stebbins, al considerar que "la humanidad no tiene otra manera de ver el origen del Universo". Según este astrofísico, "ahora estamos en el umbral de un período revolucionario en nuestra comprensión del Universo", porque la capacidad de detectar estas ondas permitiría acceder a una nueva dimensión de observación que actualmente se limita a la detección de la luz emitida por los diferentes cuerpos celestes. Catherine Nary Man, una de las responsables del Observatorio de Côte d'Azur, en Francia, explica que la detección de estas ondas puede resolver el misterio de los rayos gamma, que son una de las explosiones más poderosas del Universo y cuyo origen aún es un misterio. "Ahora ya no se observa el Universo con telescopios ultravioleta o de luz visible, sino que se escuchan los sonidos producidos por los efectos de la gravitación de los cuerpos celestes sobre el tejido del espacio-tiempo, y que pueden venir del corazón de las estrellas o de agujeros negros", dijo a la AFP. "Y como la estrella o el agujero negro no detienen estas ondas que se desplazan a la velocidad de la luz, ellas llegan a nosotros y podremos entonces crear modelos para distinguirlas y detectarlas", predijo. El descubrimiento en 1974 de un púlsar y de una estrella de neutrones fue una prueba indirecta de la existencia de las ondas gravitacionales. El hallazgo le valió a Russel Hulse y Joseph Taylor el premio Nobel de física en 1993. El LIGO creó dos detectores idénticos de ondas gravitacionales de varios kilómetros de largo, equipados con interferómetros (que miden interferencias). Uno de estos detectores está en Livingston, en Luisiana (sur de EEUU) y el segundo en Hanford, en el estado de Washington (noroeste). El equipo de científicos del LIGO trabaja en estrecha colaboración con el del detector franco-italiano Virgo, ubicado cerca de Pisa, en Italia.