Científicos y el sector del arroz están listos para utilizar las nuevas herramientas de edición génica para desarrollar variedades de arroz más adaptadas al cambio climático, aunque temen que la legislación europea ponga freno a un arroz transgénico.Así lo han expresado más de un centenar de expertos internacionales en genética del arroz que se han reunido en Barcelona (España) en el marco del 18º Simposio Internacional de Genómica Funcional del Arroz, centrado en el impacto del cambio climático en el cultivo de este cereal.Durante el simposio, el primero que se celebra en España y el tercero en Europa y en el que los representantes asiáticos han tenido que participar de forma telemática por las restricciones para viajar por la covid, industriales, agricultores, científicos y administración han discutido sobre los retos que el cambio climático supone para el sector.La profesora de investigación del CSIC en el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG), Blanca San Segundo, responsable de la organización del congreso, ha explicado que "el arroz, principal alimento para mucha población mundial, es un cultivo que, por un lado contribuye al cambio climático, y por otro está especialmente amenazado por el mismo".Según San Segundo, en las regiones mediterráneas, el cambio climático se traduce en un incremento de la salinidad de los suelos, carencia de recursos hídricos y una mayor incidencia de plagas que afectan a los arrozales.Esto hace necesario el uso de fertilizantes y pesticidas para mantener niveles altos de producción en un mercado cada vez más competitivo a causa de la presión de los países asiáticos.En España, además, se da la paradoja de que el arroz se cultiva en zonas de espacios naturales protegidos medioambientalmente (Parques Naturales del Delta del Ebro y Albufera de Valencia y Parque nacional de Doñana), que son susceptibles de recibir el impacto directo del uso indiscriminado de productos agroquímicos."Para superar estas dificultades es necesario introducir nuevas estrategias para mantener la competitividad del cultivo del arroz, sin afectar a estos espacios naturales", ha defendido San Segundo, que ha apuntado a la explotación de la variabilidad genética natural del arroz.En el simposio han presentado resultados de estudios de secuenciación de los genomas de miles de variedades de arroz cultivado y salvaje, que permiten conocer la genética y biología que hay detrás de rasgos agronómicos como la resistencia de la planta a la piricurialosis (enfermedad producida por un hongo), la tolerancia a la salinidad o la calidad nutricional del grano.Este conocimiento puede traducirse en nuevas variedades de arroz más sostenibles medioambientalmente, obtenidas mediante técnicas de mejora tradicional o por biotecnología, según los expertos."En el simposio hemos visto que usar la herramienta de edición génica CRISPR es absolutamente factible en arroz y puede aportarle muchas ventajas: variedades mejoradas en contenidos de almidón y amilosa, más tolerantes a la salinidad o resistentes a algunos de los patógenos más comunes", según la científica del CRAG."Todo esto -ha puntualizado- debe hacerse de forma paralela a recuperar variedades que puedan estar mejor adaptadas a las condiciones ambientales y necesidades actuales".Josep Maria Casacuberta, investigador del CSIC en el CRAG y experto en temas de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, ha explicado que la legislación europea actual "no se ajusta bien" al uso de las nuevas herramientas de edición genómica y que, además, hace "prácticamente inviable, por el elevado coste económico y de tiempo, aprobar cultivos editados genéticamente en Europa".Sin embargo, los investigadores han explicado que las modificaciones genéticas que podrían introducirse en los cultivos mediante la herramienta CRISPR podrían ser iguales a las producidas mediante métodos de mutagénesis tradicionales, que son considerados seguros por la propia Directiva Europea.Los participantes en el simposio han coincidido en que "es necesario actualizar esta legislación en base al conocimiento científico actual, y formar al consumidor para que entienda que las plantas, como nosotros, también tienen genes y mutaciones".
La Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, le pide al Congreso de la República que frene el trámite de un acto legislativo que busca prohibir la venta, producción y uso de semillas genéticamente modificadas en nuestro país, las semillas transgénicas, las cuales son intervenidas en laboratorio para que permitan una producción agropecuaria mas resistente a las plagas y de mayor calidad. El gremio señala que tomar una decisión de este tipo afectará los ingresos de los agricultores del país y desincentivará el cultivo de alimentos en Colombia poniendo en riesgo la seguridad alimentaria, pues estas semillas, que han demostrado científicamente sus beneficios, dicen expertos, permiten a los campesinos reducir gastos, entre otros, de insumos para el cultivo.Además dice la SAC, alejaría a los agricultores colombianos de los beneficios de la ciencia que ha desarrollado semillas transgénicas más resistentes a los efectos negativos del cambio climático, las plagas, entre otros, que hacen por tanto mas competitivos a productos agrícolas de otros países frente a la producción colombiana. Es "incomprensible que desde el Congreso de la República se promuevan este tipo de iniciativas que se suman al impacto negativo que la pandemia ha tenido sobre el campo colombiano y sobre la rentabilidad de los productores del sector", indicó la SAC.Estudios respaldan beneficios de semillas transgénicasUn reciente estudio publicado en la revista GM Crops & Food reveló que en los últimos 15 años de uso de semillas transgénicas ha generado un alto impacto en la rentabilidad de los campesinos y productores agrícolas en Colombia, calculado en 301 millones de dólares de mayor rentabilidad. El informe muestra cómo en ese mismo lapso se lograron cultivos mas resistentes a las plagas y que requirieron menos insumos, elevando en un 30% el rendimiento del cultivo de algodón y del 17% del maíz. En materia medioambiental, dice el estudio, en estos 15 años se ha logrado un mejor uso de herbicidas y plaguicidas para reducir en un 26% el impacto en el medioambiente de los insumos agrícolas en promedio. Para el caso del algodón, gracias a las semillas transgénicas, se ha logrado reducir en un 65% el impacto medioambiental de ese cultivo por los insumos. Acá puede consultar el estudio: Las prevenciones de los críticos de los cultivos transgénicos tienen que ver con el impacto en la salud, posible, de alimentos a partir de semillas modificadas genéticamente y el impacto en la biodiversidad por la presencia de plantaciones no naturales.