Los‘gota gota’ virtuales son la nueva modalidad que los prestamistas encontraron en internet para facilitar dinero sobrepasando la tasa de usura en los intereses, incumpliendo los acuerdos de pago y hasta amenazando de muerte a sus víctimas si no amortizan la deuda. Son cientos de testimonios de personas que tuvieron que acudir al anonimato y otras que hasta han pensado en quitarse la vida después de acudir a los servicios de estas plataformas digitales.
Uno de los audios que conoció Blu Radio fue enviado a una víctima que acudió a dichos servicios en Colombia, pero la persona que le cobró, con acento mexicano, le dijo: "Mira zorra hija de puta me vale verga, la puta Fiscalía no te va a hacer antibalas. Voy a cortarte la cabeza y te voy a usar de ejemplo para que mis otros clientes aprendan por qué me tienen que pagar cuando quiero y como quiero".
El modus operandi arranca con la aplicación ofreciendo créditos fáciles y rápidos a través de internet. La necesidad de la gente los obliga a acudir a esos medios y, después de descargar la plataforma en el celular, se llenan formularios que piden datos personales y hasta foto de la cédula de la ciudadanía. Lo que los usuarios aún no se explican es cómo aceptando términos y condiciones, esas apps terminan utilizando la intimidación como herramienta de cobro y videos y fotos con calificativos de "ladrón", "prostituta", entre otros para generar presión en el pago.
José es un hombre de 40 años, quien por necesidades económicas tuvo que acudir a varias aplicaciones para conseguir cuatro millones de pesos, entre ellas Prestamos rápidos, Rapicrédito, Profin y Suplata, las cuales ofrecen préstamos rápidos en internet. Un año después del préstamo cuenta que ha pagado casi 12 millones de pesos, el triple de lo que le prestaron.
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Le empezaron a cobrar siete días después del desembolso, cuando ofrecían que el primer pago era a 90 días, y hasta buscaron a sus contactos en redes sociales para avisarles que tenía una deuda sin pagar. Todo esto ha causado graves problemas en la salud mental de José.
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"Ha sido un martirio y un calvario en toda la parte emocional porque ya he perdido dos trabajos por esto. Llegué a pensar hasta en el suicidio porque ellos llegan a una presión sicológica impresionante y lo que más me preocupa fue el tema penal, porque puse una denuncia y no me dicen nada; Google tampoco me responde nada", dice la víctima.
Pero este no es el único drama que ha dejado los ‘gota a gota’ virtuales. Mariela, quien autorizó cambiar su nombre por seguridad, lleva seis meses sin trabajo y las obligaciones no se hicieron esperar, por eso acudió a los préstamos fáciles que venden estas plataformas, pero después de pasarse de la fecha de pago, las intimidaciones llegaron de inmediato.
Ella cuenta que el mecanismo empieza con el envío "de videos de personas degolladas, que las golpean con armas en la cabeza, que les sacan los intestinos y le advierten a uno que 'esto es lo que te va a pasar a ti'. Después de esto lo primero que pensé fue en qué momento me metí en esto".
Otro infierno fue el que tuvo que vivir una estudiante de derecho que, a pesar de no acudir a esas aplicaciones, un día le depositaron casi un millón de pesos en su cuenta bancaria a nombre de una razón social conocida como Soluciones; al buscar cómo regresar el dinero le explicaron que ella había solicitado el préstamo y a pesar de que le dijeron que podía devolver la plata, con apenas una hora de que se había dado el depósito del dinero le cobraron intereses.
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"Lo hice, pagué y dije bueno, listo, esto quedó ya enterrado. A la semana ya no, ya entonces no me llegó más plata, pero me empezaron a llegar mensajes de que tenía que pagar a otra aplicación y luego otra aplicación (...) Hasta eso contabilice 20 aplicaciones que me empezaron a cobrar de una manera horrible. Mexicanos, ecuatorianos y colombianos me llamaban todos los días, empezaron a enviarle mensajes a mis contactos, que yo era una prostituta, que era transexual, que ofrecía mis servicios, que estaba dispuesta a todo, que me transfiriera".
Una de estas historias la conoció el abogado Duván Guevara, quien ha creado grupos en WhatsApp con centenares de víctimas de estas aplicaciones, pero que hasta ahora solo ha encontrado barreras en la justicia que no le han permitido denunciar.
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"Muchos han acudido ante el Gaula, la Fiscalía y la Superintendencia Financiera, que, supuestamente regula a las entidades financieras, pero esto no es una entidad financiera sino que solo existe en la virtualidad más no en la legalidad. Por esa razón ninguna autoridad tiene cómo rastrearlos ni la gente un sujeto pasivo a quién denunciar", cuenta Guevara.
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