De aquel pueblo semi-palafito llamado Trojas de Cataca, habitando por unas 300 familias de pescadores, solo ha quedado el nombre y las estacas sosteniendo una que otra casa. Las calles de agua, estilo Venecia, y el tráfico de canoas son historia.
Antonio Guerra, quien hace parte de una de las pocas familias de pescadores que pese al hambre y la sed aún permanecen en Trojas de Cataca, señaló que de la región ha desaparecido hasta el turismo pues en muchos tramos no se puede transitar porque la Ciénaga presenta una alta sedimentación.
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“Todo esto era agua. Aquí había dos salidas, la de allá por donde nos metimos y el propio río que corría en cantidad, uno pescaba desde su casa. Primero fueron los paramilitares y ahora los palmicultores que se apoderaron del río”, puntualizó.
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Para el concejal de Pueblo, Viejo José María García. Trojas de Cataca ha tenido dos desplazamientos, la que ocasionaron los paramilitares en el año dos mil cuando mataron a más de 50 personas en la Ciénaga Grande y esta que generó la muerte del río Aracataca, cuyo delta es un inmenso arenal en donde pasta el ganado. Señaló que los pescadores han denunciado que el secado de los humedales por parte de los hacendados nunca ha cesado.
Pescadores y ambientalistas sostienen que además del cambio climático, por la muerte del río Aracataca y de la Ciénaga Grande se debe enjuiciar a quienes de manera arbitraria se apoderaron de las aguas. Jorge Pérez, personero de Pueblo Viejo, dijo que con permiso o sin permiso los palmicultores ponen talanqueras y se llevan toda el agua para sus cultivos. “Uno va en las mañanas y las quita y al día siguiente ya están instaladas otra vez las trincheras y el río sigue muriéndose”, anotó.
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Trojas de Cataca es el reflejo del estado moribundo en el que se encuentra la Ciénaga Grande, cuya agonía empieza a generar impactos en toda la región. Los mercados que entrega la alcaldía de Pueblo Viejo en Trojas de Cataca son apenas un paliativo para una catástrofe social que se agudiza día tras día. En este municipio más del 90 por ciento de sus habitantes vive de la ciénaga y la pesca. “Tengo una gran preocupación porque nuestra única fuente de trabajo es la Ciénaga Grande, aquí no sabemos que pueda pasar”. Aseguró Wilfrido Ayala, alcalde de Pueblo Viejo.