Inquietas y en manada permanecen las abejas en su apiario, sin imaginar que son las responsables de uno de los productos más consumidos del mundo: la miel.
Las abejas son portadoras de efectos benéficos para el mundo. Por esto, un grupo de investigadores del centro tecnológico del Sena en El Socorro, Santander, adelanta el proyecto de inseminación artificial con cincuenta productores de doce municipios de la zona.
"Nos hemos vinculado al proyecto y hemos visto una mejoría en el material biológico. Ha aumentado también la producción que antes realizábamos de manera empírica", dice Heriberto Garavito, campesino de El Socorro.
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Es por lo anterior, que el líder del grupo de investigación, junto con los aprendices, llegan cada quince días a las fincas. Con cuidado, se acercan a las colmenas, extraen una muestra de abejas y la llevan al laboratorio. Allí, seleccionan el zángano y la abeja reina que utilizarán para la inseminación.
"Tenemos que confirmar que estas abejas están bien, sanitariamente", explica Miguel Ángel Linares, líder del proyecto.
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Por su parte, Karina Clemente, integrante del equipo, agrega que su función es verificar que las abejas no tengan varroas, ácaros que afectan a esta especie.
#Video | Sena lidera proyecto de inseminación artificial de abejas en Santander https://t.co/DtgJy7ahGw pic.twitter.com/IJrwjWz2H0
— Blu Santanderes (@BLUSantanderes) September 15, 2019
Luego de la rigurosa selección, la abeja reina es sedada durante cinco minutos para pasar al equipo de inseminación. Allí, con milimétrico tacto, le inyectan el líquido seminal que le han extraído al zángano, luego de un proceso de estimulación.
Después del trabajo en el laboratorio, se espera que, en los siguientes diez días, la abeja inicie la postura de huevos en el núcleo de desarrollo. Así se comprueba la efectividad de la labor de inseminación.
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