Tras el anuncio del ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, sobre el retiro del servicio activo de 12 militares, entre ellos un general, por violaciones a la ley de inteligencia y vulneración a los derechos de periodistas, funcionarios y defensores derechos humanos, el director de la Revista Semana, Alejandro Santos, pidió más explicaciones sobre el comportamiento de esos uniformados.
En diálogo con BLU Radio, Santos Rubino dijo que el comunicado del Gobierno se queda corto y resulta insuficiente ante la necesidad de aclarar qué era exactamente lo que hacían esos militares de alto rango en un contexto tan complejo como el de la perfilación de blancos no legítimos de la inteligencia estatal.
El anuncio del ministro Carlos Holmes Trujillo coincide con la publicación de la revista ‘Las carpetas secretas’, que detalla la forma como, de manera irregular, se abrieron archivos completos de quienes estaban en la mira por ser considerados casi que enemigos de las Fuerzas Militares.
Información precisa sobre contactos, personas allegadas, rutina y hasta la forma de pensar de personas como el corresponsal del New York Times Nicholas Casey, quien en su momento destapó los documentos que podrían abrirle la puerta a nuevos falsos positivos, hacen parte del monitoreo que, por órdenes superiores y con fines todavía no claros, se hicieron desde el Ejército Nacional.
Al respecto, el director de la Revista Semana considera que es necesario que la Fiscalía y la Procuraduría, que según el Ministerio de Defensa fueron notificadas el 13 de enero de este año sobre lo que estaba pasando, avancen en las investigaciones y lleguen al fondo del asunto, pues todavía faltan indagaciones para desterrar todas las manzanas podridas.
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durante cuya gestión ocurrieron todas estas irregularidades.
“Cuando uno es comandante, tiene que responder”, precisó Santos Rubino.
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Por último, el director de la Revista Semana dijo que la importancia de llegar al fondo del asunto está en el buen uso de los aparatos de inteligencia, pues en un país como Colombia, con tantas amenazas de la criminalidad, lo que se necesita es una inteligencia sofisticada que neutralice esas intimidaciones y no que persiga a protagonistas esenciales de la democracia y la sociedad.