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¿Quiénes dibujaron las pinturas rupestres de Chiribiquete?

Un científico alemán, que vivió 10 años en la zona, asegura que sus autores aún viven en la profundidad de la selva.

310220_BLU Radio. Pinturas rupestres de Chiribiteque / Foto: UNESCO.
BLU Radio. Pinturas rupestres de Chiribiteque / Foto: UNESCO.

El biólogo Patricio von Hildebrand es una de las personas que más conoce de las pinturas rupestres ubicadas en el Parque Nacional Natural de Chiribiquete y que fueron incluidas por la Unesco en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad.

En entrevista con BLU Radio, el alemán, que vivió 10 años en la zona, relató que durante este tiempo realizó una investigación que, en parte, permitió este reconocimiento.

“En el Chiribiquete hay poco petroglifo, pero sí mucha pintura rupestre sobre roca, sobre todo en la parte norte del parque. Hay más de 50 murales enormes con más de 70.000 murales históricos”, dijo.

Añadió que, si bien no se ha podido precisar la fecha en que fueron realizadas, algunas pueden datar de hace 20.000 años.

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“Esas pinturas tienen motivos de animales, de plantas y de gente. En los motivos de gente hay motivos de personas que tienen una cintura estrecha, que es una característica típica de los indígenas Carijona, que, al parecer, desaparecieron a principios del siglo XX”, dijo.

Vea aquí: Unesco declara la Serranía de Chiribiquete como Patrimonio de la Humanidad

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Sin embargo, Von Hildebrand resaltó que hay indicios de que la tribu continúa habitando en la zona. 

“Hicimos unos sobrevuelos sobre esos sitios y detectamos unas malokas. Por respeto a ellos no volvimos”, expresó. 

Según la Unesco, una de las características "más impresionantes" de Chiribiquete es la existencia de numerosos tepuyes (mesetas abruptas y cimas planas), donde se han contabilizado más de 75.000 imágenes rupestres en esas formaciones rocosas.

Una de ellas es Cerro Azul-La Lindosa, al que se accede por un camino abierto en medio de la selva y que parte de un punto en las vastas llanuras del Guaviare al que se llega por tierra desde San José, la capital regional, distante unos 50 kilómetros.

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Una vez se inicia la subida al cerro de más de 200 metros de altura y casi en línea recta, se entra en un ecosistema donde corren cauces de agua cristalina, árboles de largas raíces color naranja que asoman en el suelo y forman una especie de corredor para subir a la cima, troncos cubiertos por verdes tapetes de musgo, mariposas multicolor, orquídeas salvajes, hormigas rojas y una multitud de insectos.

Después de media hora de subida el visitante tropieza con una gigantesca roca blancuzca que parece haber sido instalada en la cima, el tepuy de Cerro Azul, cuya majestuosidad apenas da tiempo al asombro, sustituido de inmediato por la admiración que producen las pinturas rupestres que decoran la montaña de piedra.

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Figuras antropomorfas, formas geométricas, animales y plantas pintadas por el hombre primitivo en las paredes de esta formación de origen precámbrico componen un mural de unos 100 metros de largo por más de 20 de alto, el principal de los miles que tienen el Cerro Azul y la Serranía de la Lindosa.

 

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