La guerra por el dominio territorial en el alto mira y frontera, zona rural de Tumaco, tiene confinadas a más de 3.000 familias, mientras que centenares de campesinos de siete veredas que lograron salir en medio de la balacera se encuentran viviendo en condiciones infrahumanas en Tumaco.
Los campesinos dicen que esta confrontación armada, entre la columna Urías Rondo, del comando conjunto de Occidente, y la coordinadora guerrillera del pacifico, todos disidentes de las Farc , no es la única razón de la tragedia humanitaria que por años han tenido que soportar en el pacífico nariñense. Dicen que a esto se suma el abandono estatal.
En la orilla del río Mira, que permite el ingreso a las 33 veredas de ese sector rural deTumaco , hay restricción al paso de alimentos. Las clases en las escuelas y hasta a la misión médica están suspendidas desde diciembre del 2022, cuando se registraron los combates más intensos que llegaron algunos de ellos a durar hasta dos días sin importar que la población civil quedar atrapada en medio del fuego cruzado.
Los campesinos de las veredas Restrepo, La Balsa, Vayaviendo, Mataplaano, y la Onda, hablan con miedo, no quieren que los graben ni mucho menos se atreven a dar declaraciones de los grupos que están en guerra. Ellos solo quieren que los dejen vivir en paz, sea cual sea el grupo que se quede en el territorio.
"No somos narcotraficantes ni guerrilleros, somos campesinos que por obligación cultivamos la hoja de coca y es la única forma de ganar el sustento diario para la educación salud y bienestar de nuestras familias", dijo una angustiada madre de familia, quien manifestó que lleva 44 días esperando la ayuda del Gobierno Nacional, pero que nunca ha llegado.
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Es tal el desespero de estas comunidades por las penurias que han tenido que pasar que muchos labriegos están pensando por su propia cuenta y riesgo, regresar a sus parcelas, pero le piden al estado colombiano que les brinde las garantías necesarias.
Para el obispo de la diócesis de Tumaco, monseñor Orlando Olave, esta situación es muy preocupante, porque las partes en disputa armada, a pesar de haber pactado un cese al fuego, no han cumplido sin que hasta hoy se conozca cual fue la razón.
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La crisis humanitaria, económica y social que deja hasta ahora la confrontación armada, ya es de dimensiones preocupantes, dijo el alto prelado de la iglesia católica en Tumaco.
Desde que estalló la guerra en el alto mira y frontera se han hecho ingentes esfuerzos para que las disidencias de las farc se sienten nuevamente a dialogar, pero ha sido en vano, porque, según cuentan los mismos campesinos de la región, la estrategia de la columna Urías Rondón es defender el territorio que por más de varios años han dominado y han logrado pactar con las comunidades trabajos que permitan tener vías en buen estado, escuelas donde los niños vayan a recibir clases y puestos de salud en donde la comunidad reciba la atención básica necesaria.
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De acuerdo con los mismos residentes de las veredas que hoy están confinados, han escuchado los rumores que la orden de la coordinadora guerrillera del pacifico segunda Marquetalia "es debilitar a su enemigo y quedarse con toda la región", una de las más grande en cultivos de hoja de coca.
"La confrontación armada que tiene lugar actualmente en el alto mira y frontera y que ya supera el mes y medio, está generando afectaciones sociales y humanitarias sin precedentes en la región", dijo Blu radio el defensor del pueblo Jair Mena.
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En esta zona de Tumaco los combates han obligado a miles de personas a pasar sus días y sus noches a la intemperie, en improvisados cambuches y bajo la más completa precariedad, así lo aseguró el funcionario.
"Algunos campesinos salieron despavoridos de sus casas, dejando atrás animales que alimentar y cosechas por recoger, solo lograron llevarse una muda de ropa y algo de comer y muchos aún están en la selva para poner a salvo muchas vidas", agregó Mema.
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