Uno de los capítulos que será revelado este martes por la Comisión de la Verdad, en el informe que busca explicar lo sucedido con el conflicto entre los años 1958 y 2016, es el titulado 'Cuando los pájaros no cantaban': compuesto por 515 páginas, en las que únicamente se encuentran testimonios acerca de las víctimas y responsables que hicieron parte del conflicto.
"Este volumen intentó componer una polifonía sobre la guerra desde las experiencias más íntimas de las personas que la vivieron. Por eso concentró sus esfuerzos en indagar en las memorias de la violencia a partir de una narrativa que vinculara un pasado que en términos tangibles no ha quedado atrás –pues la violencia continúa en Colombia–, un presente incierto y un 'porvenir' que es imaginado desde esa incertidumbre y desde algunos esfuerzos que construyen 'una paz en pequeña escala': aquellos esfuerzos que en cierta medida pueden pasar inadvertidos", se leyó en el inicio del documento.
Posteriormente, el capítulo avanzó con los testimonios de las madres víctimas del conflicto en Colombia: es decir, las madres que perdieron a sus hijos por diferentes delitos cometidos por guerrilla, paramilitares, e incluso agentes del Estado.
"Como uno es madre, uno presiente las cosas. Eran las siete de la mañana cuando sentí una corazonada dura en el corazón, como si me hubieran desprendido algo. Y se oyó un tiro y yo me sentí mal, un dolor me cogió en el pecho. En ese momento, a las siete de la mañana, dije yo «uy, señor bendito, ¿qué sería? ¿A quién matarían por allá? ¡Ay, Señor Padre, Dios mío! ¿Qué es esto? Dios mío, y de pronto no haya sido mi hijo", se leyó en uno de ellos.
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Estos testimonios no tuvieron un orden específico. Se puede encontrar el relato de una víctima por parte de la guerrilla, y después la narración de una víctima del paramilitarismo. A su vez, testimonios de una madre, seguido del de una hija u otro familiar.
"Yo escuchaba que '¡pa!, ¡pa!, ¡pa!, ¡pa!', como disparos, pero a la vez parecían golpes. Estaba ahí cuando vi que alguien bajaba corriendo y me dice 'cierre, escóndase que miré que allá en el billar mataron a un poco'. Me escondí. Empecé a llorar y a llorar. '¿Ahora cómo me voy a ir? Mi papá estaba en el billar', se leyó en uno de los apartes del capítulo.
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Posteriormente, se leyeron testimonios de personas que por diferentes razones escogieron las armas, algunos de ellos para hacer parte de la fuerza pública y defender el país. Pero además se ven casos de personas que hicieron parte de diferentes grupos ilegales. Los relatos contaron las historias y los motivos que llevaron las llevaron a integrarse a los grupos mencionados.
"Por la situación de mi familia no pude seguir estudiando. Lo que he aprendido lo he aprendido acá, dentro del movimiento, en las FARC. Yo quería ser enfermera, siempre. En la escuela, cuando alguien se raspaba, yo oía que la profesora le echaba mercurio, Menticol. Yo estaba pendiente cuando algo se caía para irlo a limpiar. Eso era lo mío", indicó.
En un aparte de la página 197, el documento trató de explicar, por medio de los relatos, qué fueron los falsos positivos: delito que realizaron algunos integrantes del Ejército con la cual algunos civiles fueron asesinados con el fin de ser presentados como bajas en combate. Asimismo, se presentaron los relatos de casos sucedidos en diferentes zonas del país.
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También se encontró un apartado de testimonios del secuestro con una explicación de lo que significó este delito en el conflicto.
“El secuestro implicaba una ruptura radical de todos los órdenes temporales en la vida de una persona. Creaba ritmos de cautiverio y cotidianidades durante el encierro. Así mismo, a lo largo del conflicto armado, el secuestrado fue motivo de contradicciones semánticas que escondían posiciones políticas y justificaciones concretas", se señaló en este escrito de vital importancia.
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En el final del documento, se presentaron testimonios de reflexión y esperanza de personas que buscan una transformación de la sociedad, tras todo lo sucedido durante el conflicto. Se registraron relatos de personas que desarrollaron proyectos productivos y otras actividades tras la guerra y que buscan por medio de la paz superar lo sucedido.
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"Te digo que sí se puede conversar con la naturaleza, que sí se puede quitar el rastro que deja una masacre. Para recuperar la naturaleza, para que retorne el agua. Eso lo aprendí de los mamos, de los hermanos arhuacos. Ellos dialogan con los árboles, dialogan con el mar y dialogan con el viento. Esa es una forma de tener fe y de proteger a la naturaleza, de hacerle un saneamiento. Eso fortalece a la naturaleza y ese es el camino que se abrió para hacer el microacueducto. Unidos hacemos todo", se leyó.
Los últimos dos apartados hablan sobre los encuentros que tuvieron los perpetradores y las víctimas. En esta parte se habla de la experiencia al encontrarse con las personas que en algún momento les causaron daño. Al final, el capítulo tuvo en cuenta el testimonio de jóvenes que exigen un mejor futuro y que estos hechos no se sigan presentando.
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"Nos decidimos unir al paro como brigada médica. Aún estamos haciendo acompañamiento. Empezamos el 5 de mayo y no pensamos que fuera a tener tanto alcance. Sobrepasó lo que teníamos planeado. Nuestro grupo fue muy bonito y entregado al trabajo. Al comienzo se atendían únicamente heridos. Después ya nos empezaban a buscar para citas médicas. Las personas acá en estos barrios no tienen un Sisbén, no tienen acceso a la salud y nos buscaban para que el médico los atendiera", señalaron en el capítulo.
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