Para problemas, los que cuenta, sin pelos en la lengua, sin pudor, como es habitual en todo cuanto dice y escribe, en su nueva novela, "El niño terrible y la escritora maldita" (Ediciones B), un libro que, reconoce en una entrevista con Efe, es un ajuste de cuentas y, "claro que sí", una venganza.
Bayly, que se reconoce como su "mejor y principal" personaje, algo que le preocupa -"me encantaría tener la inventiva y la ambición de poder escribir una gran novela que no comience ni termine en mí"-, ha escrito este libro para contar lo vivido en estos últimos años, desde que conoció a la que es su segunda esposa, Silvia Núñez del Arco, la "escritora maldita", Lucía en la ficción-realidad del libro, y madre de su tercera hija, Zoe.
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Una "lolita", cuando la conoció, veintitrés años más joven que él, que le enamoró locamente entonces y de la que hoy sigue enamorado locamente. "Es bella, loca, maldita, no le tiene miedo a nada", escribe Bayly, que sueña con llegar a "viejito" junto a ella.
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"Dicen que uno tiene la edad de la persona a la que ama. Algo de eso hay", asegura, si bien no oculta su temor "a no estar a la altura, no solamente en la cama". "El principal temor que yo he tenido, y sigo teniendo, pero ella lo conoce, ella me conoció así, es que de pronto, un buen día, me ocurra que conozco a un hombre y me enamore de él. Y esto sería....".
Su madre, atribuyó ese flechazo con una mujer "al poder de sus plegarias. Está encantada. ¡Lo que la he hecho sufrir todo este tiempo! en el que yo decía sino gay, sí soy predominantemente gay. Ella, que es del Opus Dei, me decía que estaba confundido", relata, con guasa, el bisexual Bayly.
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Conocer a Silvia cambió su vida, para bien y para mal. Dejó a su novio argentino, con el que llevaba ocho años, discutió con su ex mujer, tuvo que leer y escuchar muchas críticas y reproches, y lo peor, sus dos hijas de su primer matrimonio dejaron de hablarle, no han querido saber nada de él hasta hace bien poco. Una "tremenda pelea" que le dejó, destaca, "muy malherido".
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"El libro es un ajuste de cuentas, sí", con su familia, con su ex novio, con su ex mujer, con su país, Perú, con..."Es mi versión de la historia", recalca Bayly, quien a lo largo de la entrevista cita una y otra vez a su paisano Mario Vargas Llosa. "Me ha pasado lo mismo que a él con Isabel Preysler. A él con 80 años y a mí con unos cuantos menos".
Otra diferencia con el nobel: "Él, lo suyo, sale en el 'Hola'. Lo mío no, aunque me encantaría, la verdad", bromea.
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Al margen de vendettas, el libro es un autorretrato de su autor. "Hasta ahora -continúa- no he sido capaz de dejar de mirarme el ombligo".
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Un autorretrato en el que se reconoce, sí, pero no se gusta. "Me afea bastante", comenta con sinceridad. "No me interesan -asegura- los autorretratos que te embellecen. Me gustan los que ponen el énfasis en lo feo, lo humano y, al mismo tiempo, lo grotesco".
Habrá quien piense que se ha pasado de pincelada, ya que el autorretratado se presenta como un ser humano que "siempre habla de más", irreverente, burlón, vanidoso, aficionado a sustancias y pastillas, "con un talento natural para hacer llorar a la gente" que más quiere.
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Un dandi, un niño bien que se hizo "terrible", que asegura haber renunciado "a ser un hombre de éxito".
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Estrella de la televisión hispana en Miami, donde vive y trabaja desde hace años, Bayly reniega de la política, aunque le interesa, y mucho. Y recuerda como un mal sueño la tentación frustrada que tuvo de convertirse en candidato presidencial en su país.
Y no oculta que en la segunda vuelta de las presidenciales peruanas, el próximo 5 de junio, volverá a votar a Keiko Fujimori, aunque no se atreve a hacer un pronóstico.