Noticias Caracol reveló en exclusiva mundial los audios de los mercenarios colombianos implicados en el asesinato del presidente Jovenel Moïse en Haití.
Cada uno contó cómo fue el operativo en 15 horas de grabación que están en poder de las autoridades y el FBI de los Estados Unidos.
Según lo revelado por Noticias Caracol, el asalto en la casa del presidente de Haití el día del magnicidio duró alrededor de 30 minutos y que alcanzaron a robar en el sitio.
Con Moïse muerto, los mercenarios colombianos se concentraron en el dinero. Antes del operativo les habían informado que Moïse tenía entre 18 y 45 millones de dólares en su casa. En la habitación encontraron dos maletas y tres cajas al parecer cargadas de billetes.
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El dinero, declararon, era para CTU, la empresa que reclutó a los mercenarios, y otra parte sería el pago de los colombianos. También se llevaron documentos del presidente y el sistema de grabación de las cámaras de vigilancia, según contó el capitán Germán Rivera.
“Las maletas se embarcaron en el primer vehículo donde iba con James, ahí se embarcaron las maletas, se embarcó el sistema de cámaras, se embarcaron unos sobres de manila que tenían unos documentos”, señaló el mercenario Rivera.
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Para ese momento, los colombianos ya estaban solos. Joseph Badio y los policías haitianos cómplices habían desaparecido. El soldado Franco contó que “él llegó con nosotros y en el momento que se formó eso se fue con los policías, él nos dejó solos. Andaban en una Ford gris".
Los mercenarios tomaron rumbo al Palacio presidencial. Según el plan, allá juramentarían a un nuevo mandatario que concretaría el golpe de Estado y los convertiría en su guardia personal.
“Capador nos llevaba para el Palacio, que porque en el Palacio nos iban a proteger allá, y estaba la Policía y la nos iba a proteger. Vamos despacio, bien despacio, porque está la mañana, apenas amaneciendo”, narró Yarce, otro de los mercenarios.
“Me doy cuenta de que el primer vehículo se encuentra con unos carros que están atravesados en la carretera, que no nos van a dejar pasar. Al estar bloqueados ahí nos toca parar, nos bajamos de los vehículos y nos quedamos sobre la vía”, precisó Yarce.
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La policía haitiana les bloqueó el paso con camionetas y tanquetas. Los colombianos se refugiaron en una casa, esperando un rescate que les prometió Arcángel Pretel, el colombiano que dirigía la empresa reclutadora CTU. La ayuda nunca llegó porque sencillamente nunca existió.
Conversaciones de WhatsApp de algunos militares (r) que viajaron de Colombia a Haití
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En su confesión, Yarce contó esos momentos: “Pues estamos aquí, el tiempo pasa, no nos solucionan nada, pero qué pasa, por qué no han venido pues a hacer lo que nos prometieron, que estuviéramos en el Palacio, que allá nos recibían y que íbamos a estar protegidos. Entonces no dicen nada, nada dicen, no, que estamos hablando, que estamos coordinando, es lo que dice Capador: tranquilos, que estamos coordinando”.
Los mercenarios pasaron toda la mañana esperando respuesta y en comunicación con Pretel. El contrataque de las autoridades haitianas comenzó en la tarde, según contó Carmona.
Eran por ahí tipo cuatro de la tarde. Comenzaron a tirar humo lacrimógeno, luego comenzaron a sonar los disparos, si no recuerdo mal se escuchaban disparos de fusil y luego de punto cincuenta
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Los colombianos se atrincheraron. “Eso fue una locura total, eso escuchar y recibir tanto impacto, tanto plomo. Eso fue bastante aterrador para todos ahí, uno siente mucho miedo. Le daban ahí a la puerta, a las paredes, luego se iban y le daban a la casa de abajo”, contó Carmona.
En medio de la arremetida cayó el primer colombiano: el sargento Javier Romero. “Nos atacaron muy fuerte. Nosotros pues teníamos muy pocas armas, muy pocas municiones y lanzaron una granada de mano y Javier estaba en una esquina agachado y le cayó la granada de mano”, dijo el capitán Rivera.
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Luego murió el sargento Duberney Capador, el hombre que reclutó a la mayoría de mercenarios y el militar más experimentado del grupo.
Rivera recordó ese momento: “Después de la granada nos fuimos para la otra esquina, a refugiarnos en la otra esquina de la parte de atrás de la casa. En esa nos tiran otra granada en la misma dirección y una esquirla hiere a Capador. De atrás hacia adelante, una esquirla con orificio de entrada y orificio de salida. Ahí lo dejamos, tratamos con el paramédico de hacer lo que pudiéramos pero todos los botiquines, todo eso estaba en las camionetas".
Después murió el exsoldado Miguel Garzón, que al parecer se disparó por accidente, según el relato de Carmona.
Garzón simplemente lo que decía en esos momentos, nos decía a nosotros era: mátenme, mátenme, mátenme, no me dejan así, esto duele mucho, esto duele mucho, mátenme (...) pero luego nos dimos cuenta que a él no lo mataron, a él se le disparó el fusil, él tenía la costumbre de andar con el fusil desasegurado
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Para ese momento, los colombianos ya se sabían perdidos, contó Carmona. “Yo dije: no, yo no quiero que me lleguen a coger, si es así o que me maten, o si me van capturar prefiero matarme, prefiero quitarme la vida, decía yo así”.
La casa en la que se refugiaron recibió una gran descarga de balas de las autoridades haitianas. En la noche, los colombianos aprovecharon la oscuridad para moverse entre muros y tejados y buscar refugio en la embajada de Taiwán, que quedaba a pocos metros.
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“Luego entramos a la embajada, Mike nos decía: no, garra, aquí ellos no pueden entrar. Esto es otro gobierno, esto es tal cosa, esto aquí, o sea aquí estamos seguros, ya el embajador de Taiwán ya sabe que estamos acá”, añadió.
Pasaron la noche en la embajada de Taiwán. Las cabezas de la conspiración les seguían haciendo promesas falsas y delirantes al desesperado grupo de mercenarios. Carmona contó: “Nos decía luego que ya la embajada de Estados Unidos se estaba moviendo, que iban a traer yo no sé cuántos soldados americanos, que para que nos sacaran”.
A la mañana siguiente, un día y medio después del magnicidio, las autoridades haitianas entraron a la embajada de Taiwán y encontraron a los colombianos escondidos en una habitación.
“Estábamos ahí encerrados y ya empezamos a escuchar desde por la mañana que habían ingresado, estaban haciendo registro en la habitación donde estamos, y a la final se metieron, ingresaron, nos capturan, ahí pues nos colocan las esposas”, narró Carmona.
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Los mercenarios colombianos sostuvieron la fuga durante casi 36 horas. Hoy enfrentan condenas que podrían mantenerlos en una prisión haitiana por el resto de sus vidas.
Vea la investigación completa realizada enexclusiva mundial por Noticias Caracol aquí:
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Vea el informe completo aquí: