El asesinato del líder conservador y excandidato presidencial Álvaro Gómez Hurtado , perpetrado hoy hace 25 años, sigue envuelto en un misterio cuya clave para resolverlo parece estar donde menos se sospechaba: en la antigua guerrilla Farc.
El atentado que mató a Gómez Hurtado, de 76 años, y a su escolta José del Cristo Huertas Hastamorir, ocurrió el 2 de noviembre de 1995, cuando el político salía en su automóvil de la Universidad Sergio Arboleda en Bogotá, de la cual fue cofundador junto con el académico y jurista Rodrigo Noguera Laborde.
"Fue un extraordinario ser humano, era un hombre muy preparado, era un humanista, era un político, un periodista y una persona que hacía múltiples actividades, era un excelente pintor, le gustaba pintar caballos", dijo a Efe el rector de la Sergio Arboleda e hijo del cofundador, Rodrigo Noguera Calderón.
Gómez Hurtado, hijo del expresidente conservador Laureano Gómez y su heredero político, fue tres veces candidato presidencial (1974, 1986 y 1990), pero el pasado radical de su padre, considerado uno de los responsables de la violencia partidista de mediados del siglo XX, le cerró el paso en las urnas pese a ser uno de los pensadores más brillantes de su tiempo en Colombia.
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También fue representante a la Cámara, senador, embajador en Suiza y Estados Unidos, así como uno de los tres presidentes de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución de 1991, junto con Horacio Serpa, quien falleció el sábado pasado y, el exguerrillero del M-19 Antonio Navarro, actual presidente del partido Alianza Verde.
SORPRESIVA CONFESIÓN
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Pese a que su magnicidio es uno de los más investigados en Colombia y a que en 2017 fue declarado por la Fiscalía crimen de lesa humanidad, con lo cual no prescribe, sigue en la impunidad, pero una sorprendente confesión de dirigentes del partido FARC puede dar un giro de 180 grados al caso.
Cuando Gómez Hurtado fue asesinado el país estaba en una crisis institucional por la investigación llamada "Proceso 8.000" contra el entonces presidente, el liberal Ernesto Samper (1994-1998), por la presunta entrada de dineros de narcotraficantes del cartel de Cali en su campaña electoral.
El político conservador era el más férreo crítico de Samper, por lo cual el crimen fue considerado por muchos un crimen de Estado.
Sin embargo, hace un mes dirigentes de la Farc sorprendieron al país al comunicar a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que asumían la autoría del asesinato de Gómez Hurtado y de otros cinco crímenes políticos cometidos en el país entre 1987 y 2002.
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En los años 60, siendo senador, el político había denunciado la existencia de las que llamó "repúblicas independientes" de las FARC y, según dijeron el mes pasado los líderes de la antigua guerrilla al justificar su asesinato, lo consideraban "un objetivo militar" y "enemigo de clase".
Reconocemos que fue un error haber asesinado a un político de la talla de Álvaro Gómez Hurtado. Hemos leído sus biografías y hoy sabemos que su contribución a la paz del país habría sido fundamental. Pero la guerra nubla la mirada del futuro y sólo permite ver la realidad en blanco y negro para dividirla en amigos y enemigos
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CONTROVERSIA POLÍTICA
El revuelo causado por la confesión fue mayúsculo e incluso el presidente Iván Duque , se pronunció sobre la polémica.
Como colombiano lo único que quiero es que ese crimen horrendo sea esclarecido y que no quede ningún ápice de duda, y que también si alguien se lo atribuye, y no corresponde a la verdad, también se entienda que se está cometiendo un delito para obstruir la justicia en nuestro país
Duque participará el próximo miércoles en la Sergio Arboleda en un debate académico sobre las consecuencias de la declaración de las Farc que hace parte de las conmemoraciones del 25 aniversario del asesinato.
La familia Gómez Hurtado no da credibilidad a la versión de las extinta guerrilla y considera que lo que buscan es hacer "favores" a terceros al asumir la responsabilidad del crimen ante la justicia transicional, que prevé penas blandas para quienes aporten verdad, e insiste en que Samper y Serpa, que fue su ministro de Interior y también su defensor en la época del escándalo, son "los principales sospechosos de su homicidio".
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EN MANOS DE LA JUSTICIA
Al referirse a la confesión de las Farc, Noguera Calderón se sorprendió con esa hipótesis y dijo que las autoridades deben esclarecer esa "presunta vinculación".
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"En todos los estudios históricos conocidos hasta el momento (...) no aparecen por ninguna parte las FARC", dijo a Efe y agregó que "desde el punto de vista jurídico habrá que abrir una investigación que determine cuál es la participación que ellos tuvieron en el asesinato porque sea ella cual fuere de todas maneras hubo un asesinato".