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Las Farc tenían una política en contra de la mujer secuestrada: Ingrid Betancourt

Betancourt narró a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) su retención ilegal y los detalles de su secuestro.

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Foto: AFP

La excandidata presidencial Ingrid Betancourt fue secuestrada por las Farc el 23 de febrero de 2002. 16 años después de ese día, le narró a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) su retención ilegal y los detalles de su cautiverio.

 

Antes de iniciar su relato dejó dos inquietudes en la Sala. La primera, “¿por qué sabiendo los riesgos a los que se podía enfrentar en San Vicente del Caguán, el Gobierno le removió su esquema de seguridad?” Segundo, “¿cómo las Farc van a devolver el tiempo que perdieron los secuestrados y el dolor de sus familias durante el cautiverio?”

 

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“Yo no sé cuál sea la verdad detrás de esto, pero hay dos órdenes, la primera quitarme mis escoltas y la otra de abrir un retén militar. Esas órdenes me llevaron a ser víctima”, puntualizó.

 

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Vea también: Comerciante secuestrada hace un mes en Amagá la tiene el ELN: comisionado de Paz

 

Además, solicitó a la Sala que investigue la política de las Farc contra las mujeres secuestradas. “Los comandantes premiaban con asenso a los guerrilleros que tenían comportamientos soeces con las secuestradas, esto no sucedía con los hombres secuestrados, muchas veces niños de 14 años se acercaban por la noche a tocamientos o gestos totalmente reprensibles, ellos eran premiados por los comandantes”, aclaró.  

 

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El relato del descenso al infierno

 

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Betancourt aclaró que, pese a que siempre se ha dicho que tanto ella como su equipo en la campaña presidencial viajaron a San Vicente sin tener en cuenta las recomendaciones de seguridad, en ningún momento este viaje fue improvisado.

 

“Me he preguntado mucho si fue mi culpa todo lo que pasó. Actué como cualquier colombiano, yo tenía confianza en el Estado y en el gobierno de Pastrana. Yo confiaba en él y en que la vida de cada uno de nosotros está por encima de intereses secundarios”, precisó.

 

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Además, añade que para el viaje se tomaron las medidas de seguridad que se requerían.

 

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“Para esa época acababa de sacar a mi padre del hospital, le quedaban pocas horas de vida. Yo había decidido quedarme con él, sin embargo, me insistieron tanto ir a San Vicente que solo les pedí que me garantizarán un esquema de seguridad porque muchas veces había llegado a las regiones y las camionetas blindadas que nos tenían estaban dañadas. La Policía Nacional me confirmó que en Florencia me esperaba un esquema de seguridad, por lo que a las 9:00 de la mañana llego a Florencia donde me espera el mayor Rubiano. Me dice que hay dos helicópteros para transportarnos y acepto. A los 45 minutos nos dicen que solo 5 personas podemos ir en el helicóptero, éramos 12”, contó.

 

“A las 10:30 de la mañana volvió el mayor para decirnos que desde arriba nos quitaban el permiso de usar los helicópteros. En ese momento llegó el presidente Pastrana, no me saludó y se subió a uno de los helicópteros”, precisó.

 

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Tras este episodio, aseguró la excandidatala Policía Nacional le dijo que “hiciera lo que quisiera” y le dieron un carro del DAS para movilizarse ya sin esquema de seguridad.

 

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“A las 2:30 llegué a un retén militar cerca de Florencia, lo pasé y seguimos el camino. Según el Gobierno, yo firme un descargo, ese papel jamás lo hemos visto (…) Si el único descargo es el mío es porque alguien sabía que me iban a secuestrar, a mí no me avisaron nada”, indicó.

 

La versión oficial dice que esa carretera era peligrosa, pero aun así me quitaron el esquema de seguridad. Si el punto era proteger mi vida, la orden debió ser que nadie pasara de Florencia, pero la orden fue que Ingrid haga lo que quiera. Si era tan peligroso, ¿por qué nos facilitaron un carro con placas del Das? ¿Por qué el general Alcelcio Barrera no cerro el retén militar? No solo para protegerme a mí sino a todos los civiles. En la versión oficial repiten el descargo, ¿fue a todos? ¿A los del camión, el bus, el taxi, a la Cruz Roja? ¿Dónde están los descargos?”, añadió.

 

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Entre lágrimas, recordó que lo más doloroso del cautiverio fue separarse de sus hijos y enterarse en la selva que su padre había fallecido.

 

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Las Farc no lo asesinaron, pero sí son responsables de su calvario, mi hermano me cuenta que en el lecho de su muerte preguntaba, ¿dónde está la niña? Y yo estaba en la selva, casi me enloquezco cuando supe la noticia (…) Acuso a las Farc de tortura psicológica contra mí y mi familia”, añadió.

 

En su primer año de cautiverio no durmió, a pesar de que creía que no se podía vivir sin dormir.

 

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“No dormía porque soñaba con mi padre, yo tenía una gran relación con él y me despertaba sabiendo que estaba secuestrada y él muerto y por eso prefería no dormir para no vivir esa tortura de volver a descubrir que mi padre había muerto. Caminaba como un animal enjaulado porque no quería pensar y no quería pensar en el dolor de mis hijos, que como yo debían pensar que estaba muerta” aseguró Betancourt.

 

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Ante el miedo por su vida y la de su familia, señaló que se obsesionó con escaparse. De hecho, lo hizo varias veces, a pesar de los castigos por intentarlo.

 

“Una vez me logré escapar del anillo de seguridad. Cuando me atraparon me pegaron y me dispararon como si me fueran a ejecutar (…) Todas estas experiencias me hicieron cambiar profundamente con las personas, tenía miedo al no saber a dónde me llevaban, me quebró la confianza en el otro, no sabía quién me iba a traicionar. Con ese miedo me volví paranoica y tenía una inmensa soledad, que me hizo muy vulnerable”, aclaró. 

 

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Además, recordó que constantemente los comandantes les advertían que nunca los iban a liberar, que iban a tener canas y aun así tampoco los iban a liberar.

 

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“Nos secuestraron para dar la impresión de que tenían un criterio político, cuando las Farc solo delinquían, por eso reusábamos las pruebas de supervivencia”, dijo.

 

No solo fue víctima de la presión psicológica, Betancourt también se enfermó en uno de los campamentos sin posibilidad de acceder a un tratamiento adecuado.

 

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“El cuerpo no me daba más, se me lleno de brotes. No podía comer y estaba en aislamiento. El comandante había decidido que no podía hablar con nadie, mis compañeros pedían que me dieran un tratamiento, me enviaron a una enfermera, una niña de 15 años que no sabía de enfermería. Su misión era sacarme sangre, me chuzó los brazos tres días y jamás me sacó sangre, cuando me vio uno de mis compañerosWilliam Pérezse puso a llorar y le advirtió al comandante que si no me trataban no seguiría atendiendo a los guerrilleros”, manifestó.

 

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"Comida podrida, llena de moscas y de gusanos", así recuerda Betancourt las comidas que las Farc le brindaron en la selva.

 

“Todos los días era arroz, cuando teníamos suerte nos daban lenteja y pasta”, añadió.

 

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Dijo, además, que mientras esperaba su ración de la mañana, el guardia botaba el alimento al piso y le decía “ya no queda nada”, e incluso recordó que le escupían su comida.

 

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Para su higiene personal también pasó muchas dificultades, ya que no le daban toallas higiénicas. Debía bañarse en lodo o charcos y cuando llevaban elementos de aseo no le daban las mismas cantidades.

 

A mí me daban menos rollo de papel que a mis compañeros hombres. Por esa razón terminaba cortando la ropa que me daban y usaba un pedazo”, indicó Betancourt.

 

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Comprendo la sed de los colombianos de lograr la paz, pero debo decir que tras tantos años de intentar perdonar aún hay cosas que han hecho las Farc de las que no puedo perdonar. Para mí, esos hechos terribles tengo que ponerlos en manos de Dios porque creo que él es único que puede lograr esa reconciliación”, puntualizó.

 

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