Cabello blanco, piel negra, una sonrisa por delante y dedicado a vivir; así pasa sus días don Juan Bautista Sinisterra, el constructor de Guapi, Cauca.
Juan Bautista ha vivido 85 años en esta región del país y fue el que construyó la primera casa cural de cemento del municipio, así como la iglesia en el parque del pueblo. Recuerda, entre risas, que hacia 1954 los trabajadores que vinieron desde Bogotá se sorprendieron al encontrar casas de paja y zinc. También, que cada noche se iban de fiesta a pesar de los regaños del cura párroco de la época.
"Yo no sé si esa gente no había visto plata o qué, pero cada que les pagaban se iban de fiesta y no dejaban dormir.
El padre los regañaba, se calmaban una semana y en el otro pago era peor. El padre se cansó y los devolvió en el buque", recordó.
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A los 18 años se enamoró de su esposa y se casaron. Él se dedicó a la construcción del colegio San José y ella a enseñar en el plantel, a la vez que a criar a sus 9 hijos.
Sin embargo, aunque siguen casados, ahora ella vive en Cali porque necesita un tratamiento de salud y en Guapi no hay un hospital que le brinde eso.
"Acá no hay centro médico, le toca a uno entrar con la nariz tapada de lo mal que huele, acá no hay nada", dice don Juan Bautista.
Cuenta que su esposa volverá hasta cuando se recupere, pues no la dejará enfrentar su enfermedad en este municipio que pareciera acabarse con el paso de los días.
"Acá se murió la gente que hablaba, que pedía que se hiciera algo por Guapi. Ya no hay quién vaya donde el presidente y le recuerde que Guapi existe, los curas Franciscanos también se fueron", lamenta.
Para el venerable líder, a pesar de que Guapi es un pueblo tranquilo, falta un vocero que ayude a que el Estado recuerde la población. Su deseo es que haya más desarrollo para que más personas puedan vivir allí y cómo, en su caso, no deban separarse las familias.