Desde las 8:00 de la mañana arrancó la procesión del cristo mutilado en el barrio La Unión del nuevo municipio de Bellavista en Bojayá para conmemorar los 15 años de la masacre perpetrada por las Farc el 2 de mayo de 2002.
Las cantaoras vestidas de blanco y negro alababan al cristo mutilado mientras los sobrevivientes dejaban caer sus lágrimas sobre el río Atrato.
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“El cristo es hermoso. Así como quedó sin piernas y sin brazos, varios de nuestros muertos quedaron igual. Es muy doloroso recordar”, dice María Pascual una mujer que no para de mirar entre lágrimas las aguas turbias del río Atrato.
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La peregrinación avanzó en un bote gigante con niños y niñas, mujeres y hombres, acompañados de las autoridades. Al lado de Vigía del Fuerte, el sacerdote Esterlin Londoño los recibía con una misa en honor de las víctimas.
A medida que se fueron acercando al lugar donde ocurrieron los hechos los habitantes de Bojayá se ahogaban en llanto y cantaban: “El cilindro que se entró en la Iglesia los mató”.
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“Ellos nos salvaron la vida a muchos. Nos recibieron con nuestros dolores, nuestros muertos. Con hambre y sin sueños”, dijo en público Dolores Serna.