El 5 de mayo de 2014, las Fuerzas Militares y la Fiscalía adelantaban una operación contra el Frente Oriental de las Farc, que comandaba Carlos Antonio Losada, en la selva deGuaviare .
Ese día el joven investigador del CTI Andrés Felipe Mejía cayó desde el helicóptero en el que trataba de subir, por medio de una cuerda, iba suspendido en el aire, atado a una soga al helicóptero que lo transportaba desde la Serranía de Chiribiquete hasta el municipio de Calamar, pero en pleno vuelo sus compañeros notaron que estaba inmóvil, al parecer, inconsciente.
Ante la alerta el piloto buscó un sitio para aterrizar, pero en cuestión de segundos lo perdieron de vista, sobre una tupida selva.
Desde ese momento, distintas autoridades se dieron a la tarea de buscarlo por cielo, tierra y ríos, pero no hubo el más mínimo rastro.
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Siempre se consideró que la desaparición de Andrés Felipe Mejía había sido causa de un accidente, posiblemente luego de que se cortó la soga y él cayó. La cantimplora que él portaba fue lo único que encontraron.
En su momento el entonces director del CTI Julián Quintana consideró la versión que el investigador del cuerpo técnico estaba en poder de la guerrilla de las Farc.
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Sin embargo, la versión fue negada por Carlos Antonio Lozada que, en abril de 2015, era parte del equipo negociador de paz de las Farc en el proceso con el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos.
Álvaro Mejía, padre del agente del CTI desaparecido es un hombre de fe, la tristeza y los recuerdos los enfrenta con una oración, pese a que en los operativos de búsqueda su hijo nunca fue encontrado.
El pasado 9 de mayo el investigador del CTI Andrés Felipe Mejía estaría cumpliendo 35 años, nueve años después de que se lo tragara la selva.
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