“Las ventas se han bajado terriblemente porque, pues la canasta familiar día por día sube y ya no hay bolsillo que alcance entonces la gente prefiere traer el calentado del día anterior y los restaurantes estamos que tiramos la toalla”, así describe su situación la propietaria de un establecimiento de corrientazo en el norte de Bogotá.
Las cifras del Dane le dan la razón: Los colombianos están cortando lo que gastan mes a mes en comidas fuera del hogar y los restaurantes son uno de los sectores de la economía a los que les fue mal en el primer trimestre del 2024.
Cálculos de Acodrés apuntan a que las ventas han caído un 21 % frente al año pasado y ni siquiera el Día de la Madre, el más importante del año, pudo cambiar la tendencia. Las ventas, dice el gremio, han caído porque los precios del menú subieron tanto que se salieron del poder adquisitivo de muchas familias; pero el alza fue inevitable: Los costos están disparados. Aún hoy, con una inflación a la baja, siguen subiendo los precios de arriendos, servicios públicos y alimentos.
“Si una persona de pronto anteriormente podía ir, por poner un ejemplo, una vez la semana a restaurantes, esta vez está dejándolo para una vez al mes. En el caso de, por ejemplo, bebidas alcohólicas, que es un componente importante del consumo en restaurantes, las personas que estaban acostumbradas a pedir whisky ya piden ron. El que está acostumbrado a pedir ron pide aguardiente. El que está acostumbrado a pedir aguardiente pide cerveza. El que está acostumbrado a pedir cerveza ya no pide bebida. Entonces van ajustando, van ajustando el consumo a su capacidad de pago. Y eso es lo que ha hecho que bajen las ventas en restaurantes a nivel que se está exponiendo”, explica Guillermo Enrique Gómez, presidente de Acodrés.
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Según Acodrés la combinación de caída en ventas y aumento de los gastos está llevando a más restaurantes a la quiebra y nuevamente hay alertas por cierres en el sector.
Desde Acodrés le piden al Gobierno nacional que en la reforma tributaria del próximo semestre incluya una rebaja del impuesto al consumo del 8 % al 4 %.