Amnistía Internacional presenta este martes en el Teatro Colón de Bogotá, el informe “Transformar los dolores en derechos: Riesgos, amenazas y ataques a las mujeres buscadoras en Colombia”, que documenta la realidad que viven las mujeres que dedican su vida a buscar a las víctimas de desaparición forzada en Colombia, y la importancia de que la sociedad las reconozca y las autoridades garanticen sus derechos, ante los graves obstáculos que enfrentan al exigir verdad y justicia.
En diálogo con Mañanas Blu, Ana Piquer, directora para las Américas de Amnistía Internacional, habló sobre lo que sería el informe y destacó por qué resulta ser un día crucial en materia de derechos humanos.
Asegura que el principal avance que hay hoy y uno de los elementos fundamentales del informe es la aprobación de la Ley de Mujeres buscadoras, que se aprobó hace unos meses en Colombia.
"Esa ley, a nuestro juicio, avanza en la dirección correcta, establece protecciones de derechos tanto para su labor de búsqueda como sus derechos económicos y sociales. También para impedir que los ataques de las que ellas son víctimas queden en la impunidad. Pero pasa todavía que es una ley muy reciente y que la implementación de la ley es lo que va a ser fundamental para ver si realmente ayuda y protege a las mujeres buscadoras de la manera que en el papel dice que lo va a hacer", señaló.
El fenómeno de mujeres buscadoras en Colombia es alarmante. De acuerdo con la Comisión de la Verdad , se estima que alrededor de 210,000 personas están desaparecidas en Colombia, y muchas de ellas son buscadas por sus madres, hermanas e hijas. El informe no solo busca visibilizar esta problemática, sino también ofrecer un marco legal que ayude a proteger a estas mujeres y a restablecer sus derechos.
"Es importante que se reconozca la labor de búsqueda, ya que no solo se trata de encontrar a un ser querido, sino de buscar justicia y reparación ", afirmó Ana Piquer.
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La realidad de las madres buscadoras
A menudo, estas mujeres son vistas como excesivas o exageradas en sus demandas por parte de la sociedad, lo que expone una clara misoginia en la narración. La falta de reconocimiento de su papel como defensoras de derechos humanos complica aún más su situación.
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