El clérigo es actual capellán de la Escuela de Posgrados de la Policía Nacional, con 23 años y 2 meses en la institución, siendo el primer sacerdote y oficial en ser llamado a curso de brigadier general.
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El padre inició su vida profesional como periodista del diario El Tiempo. Luego ingreso a la Escuela de Cadetes General Santander en 1993 como jefe de prensa, cargo que posteriormente ocupó en la Dirección General de la Policía Nacional.
Estando en la institución, se decidió por el sacerdocio tras lo que describe como una de las situaciones más tristes que ha vivido: la muerte del mayor Humberto Antonio Castellanos.
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“Fue rociado con gasolina por un cadete, lo que le ocasionó la muerte. Eso me cuestionó muchísimas cosas”, recuerda el sacerdote.
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En ese momento entendió que debía “trabajar por fortalecer el corazón de los policías. Si tenemos policías de muy buen corazón vamos a tener una excelente institución y un excelente país”.
Así, surgió la vocación sacerdotal del coronel Suárez, quien comentó también cómo ha hecho compatible su carrera de policía con su trabajo de sacerdote para no faltar a sus principios: “Especialmente en los cursos de ascenso me toca uniformarme y cumplir con las labores de cualquier policía (…) me ha tocado enfrentar a la delincuencia y nunca me ha tocado matar a nadie, Dios no lo quiera”.
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Finalmente, comentó que cuando está vestido de sacerdote, no utiliza armamento, pero “en el servicio alguna vez me tocó disparar varias veces un arma (…) cuando uno ve que su vida está en peligro, pero nunca ha herido a nadie”.
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