La última homilía del papa Francisco en territorio colombiano se dio en Contecar, el cansancio nunca borró el entusiasmo y la calidez del líder religioso, que con bastante emotividad le habló a todo el país.
“En esta ciudad, que ha sido llamada ‘la heroica’ por su tesón hace 200 años en defender la libertad conseguida, celebró la última Eucaristía de este viaje a Colombia”, con esta frase inició su sermón.
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Un texto del Evangelio de Mateo fue explicado por el pontífice para recordar la obra misionera de San Pedro Claver para aliviar la situación de los oprimidos de le época, en especial la de los esclavos, por quienes clamaron por el buen trato y la libertad.
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“No hay nadie lo suficientemente perdido que no merezca nuestra solicitud, nuestra cercanía y nuestro perdón. Desde esta perspectiva, se entiende entonces que una falta, un pecado cometido por uno, nos interpele a todos, pero involucra, en primer lugar, a la víctima del pecado del hermano; ese está llamado a tomar la iniciativa para que quien lo dañó no se pierda”.
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Basado en el Evangelio, el papa Francisco se refirió a la búsqueda de la paz de Colombia, resaltando cómo es necesario la intervención de las partes y la incorporación de muchos más actores en el diálogo.
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“Pérdidas irreparables que todavía se siguen llorando, sin embargo, han salido, han dado el primer paso en un camino distinto a los ya recorridos. Porque Colombia hace décadas que a tientas busca la paz y, como enseña Jesús, no ha sido suficiente que dos partes se acercaran, dialogaran; ha sido necesario que se incorporaran muchos más actores a este diálogo reparador de los pecados. «Si no te escucha, busca una o dos personas más» (Mt 18,15), nos dice el Señor en el Evangelio”, concluyó.
Respecto al camino de reinserción, destacó que todo comienza con un diálogo de a dos y que ningún proceso colectivo nos exime del desafío de encontrarnos, de clarificar y perdonar.
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“Las heridas hondas de la historia precisan necesariamente de instancias donde se haga justicia, se dé posibilidad a las víctimas de conocer la verdad, el daño sea convenientemente reparado y haya acciones claras para evitar que se repitan esos crímenes. Pero eso solo nos deja en la puerta de las exigencias cristianas”, dijo.
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El papa Francisco irrumpió su discurso para apropiarse de una frase de Gabriel García Márquez:
“Este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con plata, sino con una educación para la paz, construida con amor sobre los escombros de un país enardecido donde nos levantamos temprano para seguirnos matándonos los unos a los otros... una legitima revolución de paz que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante casi dos siglos hemos usado para destruirnos y que reivindique y enaltezca el predominio de la imaginación”.
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“¡Cuántas veces se ‘normalizan’ procesos de violencia, exclusión social, sin que nuestra voz se alce ni nuestras manos acusen proféticamente!, enfatizó el sumo pontífice al cierre de su homilía.
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“Estoy seguro de que hoy rezamos juntos por el rescate de aquellos que estuvieron errados y no por su destrucción, por la justicia y no la venganza, por la reparación en la verdad y no el olvido. Rezamos para cumplir con el lema de esta visita: ¡Demos el primer paso!, y que este primer paso sea en una dirección común”, concluyó.
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