El Gobierno de Irán condenó este viernes la concesión delPremio Nobel de la Paz a la periodista Narges Mohammadi y lo calificó “como un acto político” y una medida de “presión” de Occidente.
“La decisión del Comité del Nobel de la Paz es un acto político en línea con la política intervencionista y antiiraní de algunos Gobiernos europeos”, dijo el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí, en un comunicado.
El diplomático afirmó que se trata de otra “medida de presión de Occidente” contra Irán y que se suma al “terrorismo económico e inhumano” que ha sufrido el país "durante más de cuatro décadas".
Kananí afirmó que Mohammadi ha sido condenada por “repetidamente violar la ley y cometer actos criminales”, por lo que la concesión del premio supone una “desviación de los objetivos originales del Nobel de la Paz".
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“Irán, como uno de los fundadores de Naciones Unidas, siempre trabaja para alcanzar la paz en la esfera regional y global”, aseguró el portavoz.
El Comité Nobel noruego anunció este viernes la concesión del prestigioso galardón a Mohammadi “por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y su lucha para promover los derechos humanos y la libertad para todos”.
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El Nobel vinculó además el activismo de Mohammadi con las protestas desatadas el año pasado tras la muerte bajo custodia policial de la joven Mahsa Amini, tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico.
“El lema adoptado por los manifestantes -“Mujer, vida, libertad”- expresa de manera acertada la dedicación y el trabajo de Narges Mohammadi”, indicó el comité noruego.
Irán ha culpado a países como Estados Unidos, Francia, Alemania e Israel, entre otros, de fomentar las protestas, que desaparecieron tras una fuerte represión estatal, que causó 500 muertos.
Mohammadi cumple en estos momentos una pena de prisión de 10 años por “la difusión de propaganda contra el Estado” y lleva años entrando y saliendo de prisiones iraníes.
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Su activismo le ha costado 13 detenciones y cinco condenas de 31 años de prisión en total y 154 latigazos.
La periodista y activista no ve a sus hijos desde hace ocho años, que están en París, y ha pasado largas temporadas en confinamiento solitario.
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