Según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, entre octubre y noviembre de 2024, las inundaciones ocasionadas por la ola invernal han golpeado con dureza varias regiones de Colombia, particularmente Chocó y La Guajira, afectando a más de 383.000 personas y a cerca de 77.000 familias en 36 municipios. Las comunidades étnicas, ya de por sí vulnerables debido a factores socioeconómicos y culturales, se encuentran ahora expuestas a mayores riesgos relacionados con la seguridad, la salud y el acceso a recursos esenciales.
El impacto más inmediato de estas inundaciones es la pérdida de cultivos y el desabastecimiento de agua potable, lo que ha generado una alarmante inseguridad alimentaria y sanitaria. Las autoridades y organizaciones humanitarias instan a implementar medidas urgentes en los campos de Seguridad Alimentaria y Nutrición y Agua, Saneamiento e Higiene, para mitigar los riesgos de enfermedades y garantizar el acceso a los recursos básicos de supervivencia.
En Chocó, la situación se agrava por una doble emergencia: la crisis climática se suma a la violencia armada que ya afecta a esta región, complicando aún más los esfuerzos para brindar ayuda humanitaria. En La Guajira , el panorama es igualmente sombrío, especialmente para aquellas personas que carecen de documentación, lo que les impide acceder a los servicios de ayuda. Además, el aumento de la violencia basada en género en esta región hace aún más urgente una respuesta integral para proteger a las mujeres y niñas en particular.
Otro desafío significativo es la falta de alojamiento temporal adecuado para las personas desplazadas, así como la interrupción de las actividades escolares. Miles de niños, niñas y adolescentes se encuentran fuera del sistema educativo, lo que pone en peligro su desarrollo a largo plazo. Las organizaciones humanitarias subrayan la necesidad de una respuesta coordinada que no solo ofrezca asistencia básica, sino que también garantice la seguridad de los afectados y la continuidad de la educación.
A esto se suman las dificultades logísticas para hacer llegar la ayuda a las zonas más afectadas. Las condiciones climáticas adversas, junto a las restricciones de movilidad y la falta de infraestructura, hacen casi imposible una entrega eficiente de la asistencia, lo que retrasa el apoyo necesario para las comunidades más vulnerables.
El informe de la Oficina de las Naciones Unidas destaca la urgencia de una respuesta inmediata y coordinada.