En la cima del Salto de Tequendama se alza una imponente casa antigua que por su arquitectura y vista llama la atención de los turistas
Durante el siglo XIX los nobles de Soacha llegaban a caballo para observar la maravilla de la caída de la cascada, tanto era al interés de las personas que, en 1894, el famoso equilibrista estadounidense Harry Warner atravesó en cuerda floja la cúspide de la catarata
La edificación data de los comienzos del siglo XX, cuando Pedro Nel Ospina, el entonces presidente, dio la orden de construir la Estación del Ferrocarril del Sur y una casa de cinco pisos que serviría de hotel
Los encargados de llevar a cabo el diseño y la decoración de la casona de 1.470 metros cuadrados fueron Carlos Arturo Tapias y Ramón Barba Guichard, entre 1923 y 1927
En su interior el Hotel del Salto, como fue nombrado, albergaba un bar, un restaurante, un salón de baile, 12 habitaciones y un altillo para Pedro Nel, quien murió el 1 de julio de 1927 a causa de una enfermedad en Medellín
El Salto de Tequendama se volvió muy conocido en la capital durante 1940, época en que las familias iban a tomarse fotos con la cascada de fondo y a bailar en el salón francés
Por la contaminación del rio Bogotá, poco a poco, el ambiente se inundó de un olor fétido que hizo que los turistas dejaran de asistir. De este modo allí solo quedó el restaurante hasta que tuvieron que cerrarlo por la poca asistencia
Tras el abandono, la casa se deterioró y la vegetación tomó posesión de lo que le correspondía, así la fachada se llenó de moho
Luego de varios años de abandono la Fundación Granja Ecológica El Porvenir tomó la decisión de restaurar la casa para atraer de nuevo a los turistas con el objetivo de que conozcan la flora y la fauna del lugar
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