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“El domingo fue un día de gracia para la Iglesia”: padre Manuel Dorantes

Padre Manuel Dorantes, vocero para América Latina del Vaticano y traductor en español para esta región del mundo se refirió en Blu Radio a la canonización...

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de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII , en un hecho calificado como histórico.

 

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En la ceremonia, se encontraron por primera vez en la historia dos papas vivos, Francisco y Benedicto XVI, y al respecto aseguró que este es un signo inquebrantable de que el Espíritu Santo está gobernando la Iglesia.

 

El papa Francisco proclamó este domingo santos a los pontífices Juan Pablo II y Juan XXIII, ante una multitud congregada en la plaza de San Pedro para asistir a una jornada histórica para la historia de la Iglesia católica y resaltó que este domingo fue “un día de gracia para la Iglesia”.

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"Declaramos y definimos a los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II santos y los inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los Santos", fue la fórmula pronunciada en latín por el papa, tras lo cual la muchedumbre estalló en aplausos.

 

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El papa Francisco ingresó a las 10H00 locales (08H00 GMT) a la plaza en procesión, seguido por cardenales y obispos que entonaban la letanía de los santos.

 

El papa emérito Benedicto XVI, quien renunció al trono de Pedro en 2013, asiste a la ceremonia junto con el papa Francisco, 150 cardenales y mil obispos.

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Por primera vez en la milenaria historia de la Iglesia una canonización es concelebrada por dos papas vivos.

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Las reliquias de los dos nuevos santos, una ampolla de sangre de Juan Pablo II y un pedazo de piel de Juan XXIII extraída durante su exhumación en el año 2000 fueron colocadas al lado del altar.

 

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La costarricense Floribeth Mora, cuya curación inexplicable permitió elevar a los altares a Juan Pablo II, llevó la reliquia del papa polaco, mientras la de Juan XXIII fue entregada por su sobrino.

 

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Benedicto XVI sigue la ceremonia en el sector izquierdo del altar, junto con los cardenales y los 1.000 obispos que concelebraron sucesivamente la misa.

 

Una marea de banderas, sobre todo polacas, coloreaba la inmensa plaza, donde numerosos jóvenes mostraban entusiasmo pese a haber pasado una noche sin dormir.

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Con AFP.

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