Jackenson Charles es un haitiano que ha recorrido el mundo para darle a su familia una mejor vida, huyendo de la pobreza en Haití . Llegó hace un par de años a Chile y allí se quedó sin trabajo por la pandemia del COVID-19, en ese momento, el destino le definió Estados Unidos como el lugar donde podría llevar a su familia.
“Este es un viaje muy difícil porque los niños, por ejemplo, a veces se enferman y también para nosotros como adultos es difícil. Hay que pagar pasajes muy caros. Para la travesía se necesita a una persona que nos ayude y esa persona cobra muy caro”, relató Charles.
Este inmigrante haitiano viaja con su esposa y sus hijos de dos, cuatro y seis años. Él ya está recolectando comida y medicinas para enfrentar la peligrosa selva del Darién.
“Voy a comprar comida para no tener que pasar hambre en el camino y yo pienso que si, por ejemplo, nos enfermamos vamos a comprar medicamentos para curarnos”.
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Una pandemia y enfermedades tropicales, así como los riesgos en cada país han convertido a Jackenson en un improvisado médico. “Cuando los niños se enferman yo compré y tengo medicamentos para todo. Para la fiebre y para la gripa”.
La hermana franciscana Diana Sánchez es una mano amiga que miles de migrantes encuentran en Necoclí y, asegura que las condiciones de los niños en esa zona del país son muy complejas.
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“Los niños se han visto más afectados a causa de gripa y de desnutrición porque no tienen la plata para estar solventando sus necesidades básicas de alimento y, tampoco hay una atención propiamente para los niños”, dijo.
Según los datos de Unicef, en este 2021 al menos cinco niños fueron encontrados muertos en la selva. Desde principios de este año, más de 150 niños llegaron a Panamá sin sus padres, algunos de ellos son bebés recién nacidos.
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