María Gladys tenía 26 años cuando sintió por primera y única vez la fuerza de la naturaleza, aquel miércoles 13 de noviembre de 1985 el mundo se le vino encima. Ese día un león durmiente despertó tras años de inactividad. El volcán Nevado del Ruiz arrojó toda su furia y las altas temperaturas descongelaron el hielo que formó un alud compuesto de agua, arcilla, arboles, tierra y rocas que sepultó todo un pueblo. Así fue la tragedia de Armero.
Hoy, 36 años después de la tragedia de Armero, las cifras oficiales señalan que fueron 25.000 las personas fallecidas. A María Gladys la salvó un milagro tras estar dos días bajo tierra: "Me dijeron coja esto de las manos, ahí le mandamos un lazo y amárrese. yo le dije '¿con qué fuerza?' Y me respondieron que me hiciera varios nudos a lado y lado, también me dijeron 'tiene que ponerse las manos hacía la cara porque va rajarse la cara, los brazo o las piernas'."
Pero un dolor más fuerte que el de las heridas y las fracturas en su cuerpo, fue ver media vida sepultada. A María Gladys la erupción del volcán no solo le arrebató de las manos a su esposo, desde día tampoco volvió abrazar la bendición más grande que Dios puede conceder a una madre: sus hijos Jesús Manuel, de 7 años, y Nubia Isabel, de 6, de quienes hay registro que salieron vivos, pero ella no los volvió a ver. Junto a su familia, lleva décadas buscándolos sin descanso.
En Bogotá hay un rincón donde estas madres matizan el dolor, encuentran apoyo y esperanza. Es la casa de Francisco González o Pacho, como lo llaman sus paisanos, un armerita que con su Fundación Armando Armero empezó una cruzada hace 10 años: buscar a los niños rescatados en la tragedia de Armero y reencontrarlos con sus padres.
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"En nuestra base de datos tenemos 514 niños, niñas y adolescentes reportados y ya hemos podido comprobar. 143 casos en imágenes y testimonios que salieron vivos, hemos tenido 4 reencuentros por ADN", señaló.
La Fundación revela que han tenido algunos obstáculos, como la poca ayuda o nula información por parte del ICBF, para encontrar los niños. "Pone en juego la credibilidad de una institución tan importante como la encargada de proteger a los niños, niñas y adolescentes. Dicen que ellos actuaron muy bien, que no hay registros", señalan.
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BLU Radio buscó al ICBF para preguntar que han hecho por los niños perdidos de Armero, pero la respuesta fue contundente: que ya han dado explicaciones al respecto. La más reciente fue del 10 de noviembre a un derecho de petición que presentó la Fundación. En uno de los apartados se lee:
"No contamos con información, tal como, listados con dirección y datos de contacto de las filiales del ICBF, oficinas regionales, casas o centros de adopción a nivel nacional, que tuvieron en sus sedes bajo cuidado y custodia NNA rescatados."
Pero Francisco González tiene en su poder un libro de pasta roja y lomo negro con las iniciales del Instituto de Bienestar Familiar, allí aparecen consignados los nombres y fotografías de al menos 200 niños rescatados de la avalancha que acabó con su pueblo.
"El libro rojo en Ibagué es apenas una pieza dentro de un gran rompecabezas, debe haber muchos libros rojos en Ibagué, en Cali, en Zipaquirá en muchas ciudades", enfatiza.
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Tras estos hallazgos, el clamor de las madres al ICBF solo es uno: ¡ayuda!
"Ellos tienen pruebas, porque hay mucha gente que vio esas pruebas que sacaron de Colombia y que los sacaron del lodo, el mío esta ahí, a él los sacaron", puntualiza María Gladys.
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Ella y otras madres llevan por dentro esa procesión hace 36 años y nada las detiene. Dicen que seguirán, sin descanso, gastando la energía y los días que les restan de vida en busca de una respuesta: ¿Dónde están los niños de Armero?.
Por Nicolás Rojas
Escuche el podcast La Intérprete con Camila Zuluaga y Sebastián Nohra: