Hace algunos meses el debate de la transformación energética tomó un valor mayor en el país ante la necesidad que se ha generado de combatir los efectos nocivos para el medioambiente.
El impuesto al carbono en Colombia está a punto de experimentar un cambio radical. La nueva reforma tributaria contempla un aumento significativo en su valor, con el objetivo de desincentivar el uso de combustibles fósiles y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta medida, que podría casi triplicar el costo del carbono en el corto plazo, representa un paso crucial en la lucha contra el cambio climático en el país.
“Ya existen muchas experiencias internacionales en las industrias intensivas en energía expuestas al comercio y se ha demostrado que, sin un enfoque gradual, sin medidas integrales como mercados de carbono y sin apoyo para la transición tecnológica, el resultado es una 'fuga de carbono' que no solo evita el recaudo del impuesto, si no, que también genera pérdida de competitividad para las empresas locales, pérdidas de empleo y, en última instancia, una mayor huella de carbono en los productos utilizados (…) Entendemos la intención de querer acelerar la reducción de emisiones de CO2, pero en sectores intensivos en energía expuestos al comercio como el cemento, la propuesta de la ley de financiamiento podría, irónicamente, alejar los mismos objetivos que busca proteger. Si el costo de producción nacional se eleva a niveles poco competitivos, es posible que se prefiera importar productos de países sin metas de descarbonización, trasladando el problema de las emisiones sin reducir su volumen a nivel global”, dijo Manuel Lascarro, director general de la Cámara Colombia de Cemento y Concreto (Procemco).
Por eso, en Bogotá en la Universidad EAN, este martes, 19 de noviembre, se hará el diálogo en torno a estos temas en Instrumentos Económicos de Carbono e Industrias Intensivas en Energía”, con presencia de expertos| de diversas ramas sobre la preocupación que existe por este tema en el país.
Publicidad
Los precios del carbono presentan una gran disparidad a nivel mundial. Si bien la Unión Europea ha establecido valores elevados, llegando a los 90 USD por tonelada de CO₂, la realidad es que una porción considerable de las industrias europeas altamente energívoras han recibido asignaciones gratuitas de emisiones, mitigando así el impacto real del impuesto y evitando posibles fugas de carbono hacia otras regiones.