Desde la 1:00 de la tarde Andrea y su hijo esperan afuera del aeropuerto Gustavo Rojas Pinilla la hora de salir de San Andrés . No los dejan entrar por los protocolos de COVID , pero están sentados con sus maletas en la calle entre decenas de turistas en la misma situación y habitantes de la isla buscando noticias de sus familias. Hay mucha gente y poca distancia.
Andrea planeaba salir el pasado lunes en un vuelo de Viva Air , pero no se pudo. Dice que nunca le avisaron de las reprogramaciones y que además tuvo que pagar la mayor parte de los gastos adicionales por su cuenta.
Estoy en el centro de San Andrés, aquí un almuerzo vale entre 30.000 y 35.000 pesos y somos dos personas. En estos dos días me he gastado un montón de dinero en hospedaje y comida
Contactamos a Viva Air y la aerolínea asegura que está dando a sus pasajeros más flexibilidad de la que tendría que darles según la ley para facilitar la situación. También dice que las comunicaciones con sus pasajeros han sido fluidas y la operación se está normalizando.
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Entre tanto en el centro de San Andrés, dice Andrea, es como si nada hubiera pasado. Los locales volvieron a abrir y los turistas recorren tiendas restaurantes y playas.