En medio de las heridas que nuevamente se han abierto para esclarecer la sistematicidad de homicidios de los miembros de la U.P, de nuevo salió a la luz un testimonio rendido como prueba procesal ante la Notaría Tercera de Bogotá, por parte de Carlos Ossa Escobar.
El hombre durante su vida denunció el exterminio de la Unión Patriótica, en el que relató cómo la fuerza pública habría participado de esos hechos que fueron considerados como el peor crimen político masivo en Colombia.
Quien fuera alto consejero presidencial para la reconciliación, normalización y rehabilitación del gobierno de Virgilio Barco, que a su vez tenía la cercanía dialógica con los grupos al margen de la ley, contó inicialmente la importancia de los diálogos de paz en La Uribe, y el rol que tenían los expresidentes del país.
“La creación de la Unión Patriótica, en mi concepto, era el elemento fundamental del proceso de paz, y tanto el gobierno de Betancourt como el de Barco lo ratificaron en todas las intervenciones realizadas con el proceso de paz”, dijo.
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Así mismo, los acuerdos de La Uribe concretaban una vieja aspiración no sólo de las FARC sino de amplísimos sectores de nuestra sociedad que consideraban una salida política y negociada como la única forma de lograr la paz y el cese en la confrontación entre el Estado y los grupos insurgentes
En la continuación de su relato, aseveró que empezaron las complicaciones y dificultades, recordando que la lucha contra la subversión desde los sesentas, era el “Letv motiv”, de las fuerzas armadas colombianas, enmarcadas dentro de la estrategia de seguridad nacional, impulsada y contralada desde el gobierno de losEstados Unidos, con el ánimo de erradicar el comunismo ya fuere desde las vías legales o por medio de la represión, y eliminación física tanto de quienes hacían parte de las Farc o quienes hacían política con esa bandera.
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“Desde el puro comienzo de la Unión Patriótica se inició por parte de quienes lo consideraban como el brazo político de las Farc una persecución en contra de los militantes de la Unión Patriótica que muy pronto se convirtió en una evidente estrategia de eliminación de los militantes de ese partido político”, dijo.
“La preconcepción ideológica de nuestras fuerzas armadas y la desconfianza de algunos sectores del establecimiento político y económico, crearon entonces las condiciones para que se concretara lo que hoy todo el mundo acepta como el genocidio del partido político de la Unión Patriótica. En aquella época el país cayó en una especie de esquizofrenia”, declaró.
Sin embargo, manifestó que el gobierno civil hacía todo lo posible para que se garantizara la vida de los integrantes del entonces partido político, pero fue enfático en señalar que, en algunos sectores de las fuerzas armadas, asociados con paramilitares y narcotraficantes, se instrumentalizaba la estrategia de eliminación de los miembros del movimiento U. P.
Al cuestionar a Ossa Escobar sobre cómo percibía la participación significativa de las Fuerzas Armadas en el genocidio, explicó que no se podía hablar de una estrategia directa del estado o una política de estado, y que desde más altas esferas del ejecutivo y el judicial, se compartía la idea de paz de Virgilio Barco , pero que la postura de las fuerzas armadas era ambigua, pues mientras frente a los gobernantes se presentaba un rostro obediente, en terreno no cesaban las denuncias de irregularidades.
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“En sus manifestaciones hacia el presidente y el consejero presidencial, se acataba la política del gobierno por parte de los altos mandos; sin embargo, en el terreno yo recogía quejas en gran cantidad y denuncias por escrito que involucraban a mandos medios de las fuerzas armadas en crímenes de integrantes de la Unión Patriótica”, insistió.
“Yo le daba curso a todas estas denuncias tanto a las Fuerzas Armadas como a la dirección de instrucción criminal fueron muy escasos los resultados de estas investigaciones por lo menos los conocidos por mí”, expresó.
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Contó también que cada vez que mataban a un dirigente de la U. P., se citaba a los líderes de la colectividad desde el gobierno, y los altos mandos militares para revisar la situación y pensar en estrategias de seguridad.
De forma particular, tras el homicidio de uno de los integrantes del partido político, asistió a una de esas reuniones mencionadas, y antes de arrancar, empezó a conversar con el entonces ministro de Defensa Rafael Samudio, a quien hoy los sobrevivientes de la U. P., le piden cuente la verdad, y de ese diálogo, resultó lo siguiente:
“Llegué temprano antes del ministro César Gaviria y al poco tiempo llegó el general –Zamudio-, ministro de Defensa. Comenzamos a comentar sobre la situación recurrente que tiene que ver con tantos asesinatos de miembros de la Unión Patriótica y en algún momento yo le comenté que estaba muy preocupado con lo que estaba sucediendo, a lo cual él me respondió -¿qué es lo que te preocupa Carlos? yo le dije –general, me preocupa que todos los días matan a un integrante de la Unión Patriótica. Él se me quedó mirando y me dijo: Carlos, a ese ritmo no van a acabar nunca. -Sobran los comentarios- ”, dijo.
Entre otras, al cuestionarlo sobre si funcionarios del Consejo Electoral tuvieran responsabilidad en el genocidio, no se atrevió a endilgarles culpa alguna, pero sí hizo el llamado a que se investigue a fondo lo sucedido, así como dejó en la mesa, la posibilidad de que se tomaran en cuenta evidencias que pudieran surgir de testimonios de paramilitares que se encuentran en Justicia y Paz, para esclarecer lo que calificó como una “amarga época”.
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Esta declaración fue tomada el 2 de junio de 2011, mientras que Carlos Ossa Escobar, falleció en marzo de 2019.