¿Ha pensado alguna vez en comer insectos? Hoy el Gobierno nacional cree que esos animales pueden ser una de las respuestas para atender la promesa del derecho humano a la alimentación y está financiando una investigación de la Universidad Nacional para el desarrollo de comida y, en especial harina, a base de insectos llamada NutrInsecta.
Los seres humanos comían insectos en la prehistoria y aún hoy hay platos que los incluyen, como por ejemplo la tradicional hormiga culona de Santander. Se estima que hay al menos 2.000 especies de insectos comestibles en el mundo y para la FAO los insectos serán uno de los superalimentos del futuro.
Sin embargo, difícilmente alguien se va a pedir una bandeja paisa con bichos para almorzar, pero ¿y qué tal si nunca se vean?
"El convenio que desarrollamos es explorando la manera en que nosotros podemos producir de manera eficiente especies de insectos que luego podamos transformar en harinas o que podamos transformar en otro tipo de productos que logran incorporarse a los alimentos que nosotros tradicionalmente consumimos, pero que tengan un mejor contenido nutricional porque los estamos enriqueciendo con proteínas, los estamos enriqueciendo con otro tipo de macro o micronutrientes. Es decir, nosotros como tal no solo promovemos que te comas el grillito, que te comas el chapulín como por ejemplo se hace en México , si no estamos componiendo una manera de transformar y hacer un procesamiento efectivo de estos animalitos", explicó la investigadora Karol Barragán.
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Es decir, puede que en el futuro se tengan snacks, panes o galletas enriquecidos con proteína de insectos. Actualmente, en el mercado colombiano no existe ese tipo de productos, pero en algunos países de Europa y Norteamérica la industria de los alimentos ya los está incorporando.
El objetivo del proyecto de investigación es demostrar que sí se puede producir alimento real para humanos o animales sin que nadie se enferme en el proceso. Es decir, que no hay riesgos de intoxicación y que esa clase de productos podrían tener registro sanitario.
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Además de la comida para seres humanos, los insectos podrían usarse para alimentar animales de granja, como por ejemplo los pollos.
El proyecto también tiene un fuerte componente ambiental.
"Producir un kilogramo de proteína de insecto tiene un impacto ambiental muchísimo menor que producir ese mismo kilogramo de proteína, ya sea de vaca, de cerdo, de ave o de pescado. Entonces, digamos, si se gasta menos recursos como agua, menos energía , menos tierra, y hay menos producción de gases efecto invernadero para producir un kilo de proteína, que es muy buena, igual que la carne de vaca, que es igual que la carne de otra especie convencional, pues estamos haciendo un paso muy grande en un cambio ya a economía de tipo circular", aseguró Barragán.
Este proyecto entra en la definición de bioeconomía, que es una de las áreas que el Gobierno intenta promover. El objetivo establecido durante la COP16 es que el 3 % de la economía colombiana tenga que ver directamente con esta clase de iniciativas.
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Para este proyecto, el Ministerio de Agricultura aportó 600 millones de pesos, mientras que la Universidad Nacional puso sobre la mesa a un grupo de cuatro maestros de la facultad de medicina veterinaria y de zootecnia, además de las instalaciones del Centro de Investigación de Artrópodos Terrestres.