El pasado 18 de agosto, el canciller Álvaro Leyva se reunió con los funcionarios de su Ministerio, la mayoría de carrera diplomática y habló de sus objetivos al frente de las relaciones internacionales, en ese momento apenas llevaba 11 días en funciones y no se conocían varios nombramientos.
No obstante, ese día fue enfático en una promesa: “Le vamos a dar preferencia a la carrera diplomática, esto no es para la clase política, esto no es para regalarlos, sino es para gozar de todos los conocimientos de ustedes, enriquecidos con esta nueva visión para que podamos darle una presentación diferente a Colombia”.
A la fecha, esa promesa no se ha cumplido, solo dos de las embajadas se han entregado a funcionarios de carrera diplomática y no son de primer nivel, por un lado, Victoria González Ariza en Guatemala y Carlos Andrés Hurtado en Egipto. Además, el vicecanciller, Francisco Coy, que también es de carrera.
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En otras embajadas ha nombrado a personas por cercanía ideológica o para enviar un mensaje simbólico, pero que no son de carrera, como la embajadora ante la ONU, Leonor Zalabata, el economista Luis Fernando Medina ante la OCDE, Luis Ernesto Vargas, en la OEA, o su amigo personal Eduardo Ávila Navarrete en Madrid. El embajador en Washington, Luis Gilberto Murillo, venía de ser fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo en la primera vuelta.
Por otro lado, ha nombrado a reconocidos políticos en embajadas clave, en contravía a lo anunciado por el canciller Leyva en agosto, por ejemplo, Armando Benedetti en Venezuela, Camilo Romero en Argentina y León Freddy Muñoz en Nicaragua. Aún faltan algunas plazas estratégicas por conocerse como las embajadas en Londres y en París.
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