Por ahora, parece haber terminado la novela en torno a Fabián Enrique Vargas, el joven desempleado que se había convertido el domingo en la tarde en el enemigo público número uno, tras haber sido grabado en video, aparentemente disparando con un revólver contra la policía en la Plaza de Bolívar durante la marcha del primero de mayo, día de los trabajadores.
Lo que comenzó como una historia truculenta de posibles neoanarquistas o de otros grupos que tienen como fin infiltrar y tornar violentas las manifestaciones, parece haberse desinflado, aunque quedan varias preguntas sin resolver.
Fabián se entregó en la mañana del martes ante las autoridades, luego de que se desplegara un gigantesco operativo para encontrarlo con una recompensa de hasta 20 millones de pesos e incluso con una osada hipótesis del subsecretario de seguridad Daniel Mejía, quien incluso habló de que se le podría imputar el delito de tentativa de homicidio.
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Fabián llegó a la Policía Metropolitana de Bogotá, se había cortado el pelo para distraer a las autoridades, entregó el saco y la gorra que vestía el domingo, y en el acto más curioso del caso, entregó a los agentes, una pistola neumática que según dijo, fue la que utilizó el domingo.
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Este hecho hizo cambiar las hipótesis del caso, sobre todo porque al no tratarse de un arma de fuego, en principio la Fiscalía se quedó sin delito para imputarle y para pedir su detención, por lo que luego de un interrogatorio y una rueda de prensa improvisada ofreciendo excusas, Fabián quedó en libertad.
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Sin embargo, el director de fiscalías, Luis González, dijo que siguen buscando posibles delitos cometidos por Fabián Vargas con su actuación intimidatoria contra los policías y las autoridades se hacen preguntas:
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¿Llegó solo o acompañado? podría haber disparado con un arma de fuego y entregó la neumática? ¿A qué grupo pertenece? ¿Se precipitó el subsecretario de seguridad al decir que había cometido tentativa de homicidio? ¿Hay un gran grupo de saboteadores profesionales detrás de las marchas?