En la madrugada del 28 de febrero en el Bioparque Temático Guátika en Tibasosa, Boyacá, alertaron a Corpoboyacá por el robo de seis animales de tres especies diferentes, entre ellos: dos faisanes dorados, dos cernícalos y dos ocelotes hembras; una de ellas presentaba heridas y estaba siendo medicada.
Las autoridades se percataron del robo por la alteración de las cerraduras en donde se encontraban los animales y que, presuntamente, estas personas les habían dado comida con un anestésico.
Heiler Martín Ricaurte, subdirector de recursos naturales de Corpoboyacá, habló conBlu Radio sobre el plan de investigación que se está realizando para la recuperación de las especies, y aseguró que, hasta el momento, los investigadores de la Fiscalía de Boyacá están haciendo las investigaciones en el lugar e inspeccionando las cámaras de seguridad debido a qué fueron apagadas en el momento del robo.
"Esto es delincuencia organizada, porque pasaron justo cuando los celadores estaban haciendo la ronda de seguridad en el parque, por suerte, no se presentó un altercado con los guardas mientras el robo", aseguró Ricaurte.
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Por otro lado, el subdirector también se refirió a revisar obligaciones adicionales en el Bioparque Guátika para evitar repetir este tipo de situaciones por medio de un concepto técnico con profesionales ambientales.
Corpoboyacá también afirmó que los animales hurtados contaban con manillas para su identificación del Bioparque Guátika, pero no de la ubicación, lo que dificultaría la búsqueda, sumado a los requerimientos alimenticios, que son de gran precaución, y al alto nivel de estrés que manejan.
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Hasta el momento, los hechos son materia de investigación, las autoridades ambientales están trabajando en conjunto con la Policía del Boyacá y la Fiscalía para hacer retenes diarios en las carreteras y lograr la recuperación de los animales.
Con este caso es posible que las especies sean hurtadas para tráfico de flora y fauna, según el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) en Colombia se trafican anualmente 30.000 animales al año, siendo uno de los negocios más lucrativos a nivel mundial. En el caso del ocelote o del tigrillo sus pieles son costosas y apetecidas para el comercio ilegal.