Una unidad de las fuerzas especiales del Ejército británico, el Servicio Aéreo Especial (SAS), se quedó en una operación al sur de Afganistán y sus integrantes tuvieron que viajar cientos de kilómetros y pasar por toda una odisea para salir de Kabul sin ser descubiertos por los talibanes.
Unas 20 tropas de las fuerzas especiales hicieron lo que nunca se hubiesen imaginado, a pesar de que se les había advertido de que no había helicópteros disponibles para evacuarlos fuera del país.
De acuerdo con Express, los militares británicos idearon un astuto plan para huir del país sin que los descubriesen. En el sur de Afganistán, donde realizaban una operación secreta, se vistieron con burkas, compraron cinco taxis y ondearon las banderas de los talibanes hasta llegar a la capital afgana.
"El equipo SAS había estado en Afganistán durante meses en una misión secreta de reconocimiento cuando todo salió mal. Les dijeron que abortaran la operación y que se prepararan para una extracción inmediata a Kabul (…) Las tropas abandonaron la mayor parte de su equipo, excepto sus armas y municiones y se cubrieron con burkas", relató una fuente al tabloide británico Daily Star.
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El plan había funcionado, pero tuvieron que ingeniárselas para convencer a los guardias que los paraban de que quienes estaban debajo de las burkas eran mujeres.
"Cada vez que llegaban a un control de carretera, un soldado de las fuerzas especiales afganas explicaba que las mujeres eran muy devotas y querían dar la bienvenida a los talibanes en Afganistán. Hubo algunos momentos peligrosos, pero incluso los talibanes se mostraron reacios a quitarle el burka a una mujer", explicó la fuente.
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Las tropas se movilizaron en los automóviles y lo más cerca posible del aeropuerto, pasando así varios puestos de control hasta que lograron entrar a una puerta donde revelaron su identidad a un soldado estadounidense, que se quedó estupefacto al verlos y los dejó entrar para que pudieran salir del país.
"Las tropas fueron conducidas a una habitación donde se quitaron las burkas y pidieron que se les pusiera en contacto con un oficial británico. Cuando se les preguntó si necesitaban algo, el sargento mayor respondió que una taza de té sería una maravilla", concluyó.
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