La presión internacional por un acuerdo detregua entre Israel y Hamás, que incluiría una nueva liberación de rehenes, se intensificó el martes pese a la amenaza de una ofensiva israelí sobre Rafah, donde se refugian más de un millón de palestinos de la Franja de Gaza.
El director de la agencia estadounidense de inteligencia CIA, Richard Burns, tenía previsto llegar el martes a El Cairo para un diálogo bajo la mediación de Catar sobre el intercambio de rehenes israelíes en manos del movimiento islamista palestino Hamás, según fuentes cercanas a las conversaciones.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ordenó recientemente a su ejército preparar una ofensiva sobre Rafah, en la frontera con Egipto, donde actualmente se concentra más de la mitad de la población de Gaza , según la ONU.
El lunes insistió en su determinación de mantener "la presión militar hasta la victoria total" contra Hamás, del cual Rafah es el "ultimo bastión", para liberar a "todos los rehenes".
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Horas antes, Israel liberó a dos rehenes israelo-argentinos en Rafah, durante una operación nocturna acompañada de bombardeos que dejaron un centenar de muertos, según las autoridades de Hamás, en el poder en Gaza.
"Una etapa"
Estados Unidos, principal aliado de Israel, se opone a una operación a gran escala sin una salida para los civiles arrinconados en la frontera cerrada con Egipto, en el extremo sur de Gaza.
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El presidente estadounidense, Joe Biden, reclamó a las fuerzas israelíes un plan "creíble" para resguardar a la población palestina como condición previa de cualquier ofensiva, durante una reunión el lunes en la Casa Blanca con el rey de Jordania, Abdalá II.
"No podemos permitir un ataque israelí en Rafah", donde la situación humanitaria ya es "insoportable", declaró por su lado Abdalá II, quien urgió "un alto el fuego duradero e inmediato" en la Franja de Gaza.
Estados Unidos trabaja en un acuerdo de liberación de rehenes entre Israel y Hamás, que traería de inmediato un período de calma de al menos seis semanas en Gaza
Este período podría conducir a "algo más duradero", agregó el líder estadounidense.
A su vez, el martes China urgió a Israel detener "lo antes posible" la operación militar en Rafah y advirtió de un "grave desastre humanitario" si no cesan los combates.
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El conflicto estalló el 7 de octubre cuando combatientes de Hamás mataron a unas 1.160 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a unas 250 en el sur de Israel, según un balance de la AFP basado en datos oficiales israelíes. Entre los muertos había más de 300 militares.
En represalia, Israel juró "aniquilar" a Hamás , el movimiento islamista calificado como terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
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La ofensiva israelí ha dejado 28.340 muertos en la Franja de Gaza, en su mayoría mujeres, adolescentes y niños, según el Ministerio de Salud del territorio.
Según Israel, unos 130 rehenes permanecen en Gaza, de los cuales 29 habrían muerto.
Una tregua de una semana en noviembre permitió liberar a 105 rehenes a cambio de 240 palestinos detenidos por Israel.
"Desplazamiento forzado"
Ante el temor internacional a una ofensiva militar a gran escala, Netanyahu afirmó el domingo que Israel abriría "un paso seguro" para que la población pueda salir de Rafah, sin precisar dónde sería.
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"¿Hacia dónde los van a evacuar? ¿A la Luna?", preguntó en Bruselas el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.
La ONU no se asociará a "un desplazamiento forzoso de la población" en Rafah, advirtió por su parte el portavoz del secretario general de la organización.
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La perspectiva de una ofensiva es "aterradora", expresó el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, mientras que el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, dijo estar "profundamente preocupado" por la suerte de los civiles.
Hamás alertó el domingo que una ofensiva en Rafah "torpedearía" cualquier acuerdo sobre los rehenes.
El Departamento de Estado de Estados Unidos defendió los beneficios de tal acuerdo, tanto para la liberación de rehenes como para el acceso humanitario en Gaza.
Unas 1,7 millones de personas, de una población total de 2,4 millones en Gaza, han tenido que huir de sus casas desde el 7 de octubre, en medio del asedio israelí y la grave crisis humanitaria.
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Rafah, convertida en un inmenso campamento, es el principal punto de ingreso de la ayuda humanitaria, insuficiente para cubrir las necesidades de la población que vive en "condiciones cercanas a la hambruna, según el Programa Mundial de Alimentos.