Si cree que últimamente está haciendo mucho frío en Bogotá, le contamos que en hay un lugar en el planeta en el que la temperatura ha llegado hasta los - 71,2 grados celsius
Oymyakon es una pequeña población ubicada en la República de Sajá, en Rusia, en la que los lugareños se adaptaron a vivir en condiciones extremas de frío. Allí, la temperatura promedio es de 50 grados bajo cero
El 26 de enero de 1926, el termómetro marcó una cifra histórica, pues el frío alcanzó los - 71,2 grados celsius, aunque esa no ha sido la temperatura más baja registrada. En 1983, la Antártida marcó los 89,2 grados bajo cero
Durante el invierno, que dura nueve meses, las personas evitan salir de sus casas el mayor tiempo posible, solo lo hacen cuando es algo estrictamente necesario
Las pocas personas que se encuentran en las calles, no son muy sociables, debido a las condiciones extremas a las que están expuestos, aunque ya se encuentran acostumbrados al clima que allí se vive
La mejor forma de enfrentar la inclemente ola de frío es bebiendo alcohol, por lo que es común ver a los pobladores invertir tiempo en esa actividad
Dentro de las casas no suelen tener tuberías porque estas podrían reventarse por el frío, así que los baños están afuera en unas cabañas
Una de las principales actividades económicas del lugar son las granjas de vacas y renos, pero también trabajan en los edificios de la administración pública
La combinación de tres factores hace que este lugar sea el más frío del planeta para vivir: el altiplano en el que se encuentra ubicado, la distancia con el océano y la situación anticiclónica que padece el invierno
El plato tradicional de Oymyakon es el pescado crudo congelado. Este se coloca al aire libre de forma inmediata, una vez se saca del agua. El frío es tan fuerte que el animal se congela en tan solo 30 segundos
Principalmente la dieta de los pueblerinos consiste en la carne de caballo, los productos lácteos, la fruta recolectada en el verano y el pescado
Los fotógrafos que visitan la región para registrar el estilo de vida de las personas cuentan que la saliva que queda sobre los labios, en algunas ocasiones, se congela y se convierte en pequeñas agujas
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