Si las ventas de gorras con el nombre Harris-Walz predijeran el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Kamala Harris y Tim Walz serían los claros vencedores.

"El volumen de gorras que estamos vendiendo en tan corto tiempo es algo que nunca habíamos experimentado", comenta Mitch Cahn, fundador de Unionwear, una fábrica textil en Nueva Jersey.

Desde que el presidente Joe Biden se retiró de la campaña por su reelección el 21 de julio y designó a la vicepresidenta para sucederle, el personal trabaja hasta 60 horas semanales, incluidos los sábados, para satisfacer la gran demanda de pedidos.

La empresa tuvo que "reforzar la cadena de suministros" —llegaron a agotar las existencias de tela con impresión de camuflaje en el país— y adquirir más máquinas de coser, relata.

Cuando Tim Walz "usó una de nuestras gorras en televisión la noche después de ser seleccionado como candidato a la vicepresidencia, las ventas se dispararon con esa gorra de camuflaje".

"Creo que las ventas de productos reflejan la popularidad del candidato y la conexión que los votantes sienten con él", y los hace sentirse "orgullosos de llevar su nombre en la cabeza", sostiene.

Cuando Tim Walz "usó una de nuestras gorras en televisión la noche después de ser seleccionado como candidato a la vicepresidencia, las ventas se dispararon con esa gorra de camuflaje".

En menos de un mes han vendido más de 100,000 gorras. Solo en la primera semana después de que Kamala Harris se convirtió en candidata, vendieron más gorras con su nombre que las que planeaban vender en todo el año con el nombre de Joe Biden.

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