A petición de la policía, la autora de la investigación, la alta funcionaria Sue Gray, se vio obligada a dejar fuera del documento sus hallazgos concretos. Sin embargo, pese a reconocerse "extremadamente limitada", Gray es lo suficientemente explícita en las doce páginas de su informe como para lanzar una durísima crítica al funcionamiento y la ética en Downing Street.
En ellas denuncia la "falta de liderazgo y de buen juicio" por "diferentes partes" tanto en la oficina del primer ministro como en el Ministerio del Gabinete (equivalente al de Presidencia) respecto a algunos encuentros sociales que "nunca se deberían haber permitido".
"En el contexto de la pandemia, cuando el Gobierno pedía a los ciudadanos que aceptasen restricciones de amplio calado en sus vidas, algunos de los comportamientos en torno a estas reuniones sociales son difíciles de justificar", señala Gray.
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Para la investigadora, con fama de imparcial e implacable en sus indagaciones, "algunos de esos encuentros representan un grave incumplimiento, no solo de los estándares que se esperan de quienes trabajan en el núcleo del Gobierno, sino también de los que se esperaban entonces de toda la población".
También llama la atención sobre el "excesivo consumo de alcohol" en el seno del Ejecutivo, que considera "inapropiado para un lugar de trabajo".
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Sin entrar en detalles sobre ellas, pone un total de 16 celebraciones bajo su lupa, de las cuales doce son objeto de la pesquisa policial.
Y ahí es donde se complica la situación para Johnson. Uno de esos "eventos" tuvo lugar el 13 de noviembre de 2020 presumiblemente en el propio apartamento del primer ministro y su mujer, Carrie. Difícil alegar, en esa situación, que él no estaba al corriente ni autorizó ciertas fiestas.
También presenta graves complicaciones para el primer ministro la famosa fiesta del 20 de mayo de 2020, en la que su secretario personal invitó a la gente a "traer su propia bebida" y a la que él ya ha admitido que asistió durante un rato.
JOHNSON CONTRAATACA CON PROMESSAS DE REFORMA
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Tras la publicación del informe, Johnson compareció ante el Parlamento, donde tuvo que escuchar un chaparrón de peticiones de renuncia, alguna desde sus propias filas conservadoras.
Volvió a recurrir al ejercicio de contrición que ya había realizado hace unas semanas -"pido perdón, pero sé que no es suficiente"- y anunció una reforma del funcionamiento interno de sus oficinas interna como muestra de que ha aprendido las lecciones que deja el llamado "Partygate".
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Tras afirmar que "acepta los hallazgos del informe de Gray", añadió que no esperará al final de la investigación policial y que hará cambios en las "estructuras fragmentadas y complicadas" de Downing Street y del Ministerio del Gabinete.
Entre esas reformas, adelantó que creará la función de un "secretario permanente" que supervise el funcionamiento de las oficinas del primer ministro, aunque no ofreció más detalles.
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