En medio de Siberia, el pastor protestante Roman Vinogradov juega con un grupo de niños. Su mujer, Ekaterina, lee una historia a los más pequeños. De los 16 menores de los que se ocupan, cinco vienen de territorios ucranianos ocupados por Rusia.
La pareja, a la que AFP visitó en Novosibirsk, a miles de kilómetros de Ucrania, dice que su misión es simple: ayudar a estos "niños necesitados".
Desde el inicio de la invasión de Ucrania, organizaciones internacionales acusan a las autoridades rusas de orquestar el "desplazamiento forzado" de miles de menores ucranianos. El presidente Volodimir Zelenski dijo que son "secuestros", "adopciones forzadas" y "reeducación" y los calificó de "crímenes de guerra y contra la humanidad".
Rusia alega que protege a niños "refugiados". "Yo no he robado a nadie" y los niños "no piensan que fueron robados", insiste Vinogradov, de 41 años.
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Él y su esposa explican que desde el verano de 2022 se vieron a cargo de cinco niños ucranianos de entre tres y doce años, que se sumaron a sus cuatro hijos y a otros siete acogidos en la familia.
Los cinco son oriundos de Lugansk, una de las regiones ocupadas, donde Moscú alimenta un conflicto armado desde 2014 al apoyar a los separatistas.
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Los servicios sociales rusos "nos llamaron para pedirnos: ¿Acogerían niños de Ucrania?'", recuerda Ekaterina Vinogradova.
"Dijimos: 'Sí, los acogeremos'", prosigue esta mujer de 38 años. "¿Qué diferencia hay? Los niños son niños. Su nación no importa", arguye.
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